Opinión

Falta de categoría

Mares de tinta hablan del tema: lo que está ocurriendo en EEUU. Ya hemos hablado de ello y tratado de poner una pizca de calma en tantos ánimos que viven agitados con la actitud del nuevo mandatario de la Casa Blanca. Reacciones que están provocan inestabilidad social grande. Esos muros que incluso el Vaticano, con el papa a la cabeza, ha criticado con toda la razón. Creíamos que una vez caído el muro de Berlín (10-11-1989), en lo que Juan Pablo II tuvo una gran parte, ya nunca más habría esas divisiones que separan a un mundo cada vez más global. Cuando desaparecen fronteras parece incongruente colocar otras que para lo único que sirven es para dividir. El mundo solamente irá adelante unido y se destruirá irremisiblemente con las divisiones. Parece lógico y oportuno un exhaustivo control de quien entra en nuestras casa, pero de ahí a cortar por lo sano cualquier visita parece inhumano. Sobre todo cuando los que nos visitan primero necesitan trabajar y comer y, lo que es más importante, ayudan con su laboriosidad a levantar el país y crear bienestar. Control sí, barreras nunca.
A la vista de la esperpéntica campaña electoral americana y tras la victoria del nuevo presidente (recuérdese que con menos millones de votos que su oponente pero que la ley americana es como es) los pronósticos distan de ser mejores y los augurios difíciles y muy grises tras las primeras medidas. Grises fueron los dos candidatos con insultos, nefastas intervenciones y revelaciones fuera de lugar para quienes se creen capaces para regir los destinos del mundo. Negros presagios para el futuro inmediato una vez tomada posesión. Cada día está más claro con rebelión de senadores, judicatura, el mundo femenino…
Todo redunda en un desprestigio total para la política americana que ha ido bajando de categoría de forma alarmante. Faltan verdaderos lideres mundiales y estas perspectivas en nada nos permiten presagiar su llegada. A ningún lado conducen actitudes fuera de lugar. Posiblemente hayan sido los dos candidatos más bajos de la historia y mal sería que esto lo padeciese la nación norteamericana pero peor es que lo vayamos a padecer los demás. Se trata de la falta de categoría, incluso me atrevería asegurar que falta de madurez en un pueblo que se mueve en medio de un capitalismo feroz que es en realidad el que mece los resortes de aquella sociedad con resultados como el que comentamos. Madurez, equilibrio social, que únicamente proporcionan los siglos de historia y que la nación norteamericana aún carece. El dinero, como se ve, nunca es la panacea universal, antes al contrario, es el motivo de más de un desatino e infinitos escándalos y despropósitos.
Los votos obtenidos en las urnas -debieran saberlo los elegidos- nunca son, una vez encumbrado el ganador, para hacer lo que le venga en gana y poner en práctica sus genialidades. Quien obtiene el lugar de privilegio debiera saber que su cargo es para “servir” a todos los electores del color que fueren. Lo es para todos los ciudadanos y por eso el diálogo, la moderación y el tender puentes. Gobernar únicamente para quienes le han votado es nefasto.
Por eso en el arte de gobernar debe figurar en primer lugar el trato correcto y respeto al contrario. Desgraciadamente esto lo desconoce más de un gobernante y así vienen las dictaduras. Una vez elegido deja de ser “de los nuestros” para serlo de todos, también de los que piensan distinto. Los exabruptos están fuera de lugar, como colgar el teléfono a quien le llama para tender puentes que nunca muros. El Papa acaba de decir claramente que “el problema ético del capitalismo es que crea pobres a los que luego quiere esconder”.

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