Opinión

Estamos en celo, con una declaración que no es de amor

Hasta el 30 de junio, dentro de unas horas, manaña mismo, o vas a tu banco o a la Agencia Tributaria. Hay que saberlo, por si acaso vienen a por ti los inspectores con el lápiz rojo. Desde hace unas semanas, todo el período de presentación de la renta, estamos en celo. Aguantamos el peso de un persona que está por encima de nosotros, un experto en la temperatura de nuestra hucha que llaman Cristóbal Montoro. Por el, nuestro celo es hacendístico.  Del personal a sus órdenes depende que los ahorros para cubrir eventos previsibles, disminuyan o aumenten. Esto último ocurrirá si el banco te manda un aviso de un ingreso de la Agencia Tributaria. Mi deseo es que sea mas que una pasta un pastizal lo que nos devuelvan de esa declaración que nos iguala a unos y otros… Que Hacienda  somos  todos, pero algunos menos porque se escabullen o pasan un fin de semana en un paraíso fiscal con la bolsa llena, para vaciarla. 
También pueden disminuir tus fondos, si los que te han pagado varias veces en un año, hacen la “gracia” de no descontarte el IRPF. Si te engañas, puedes creer que te han hecho una faena. Si Hacienda no te sanciona por tus ingresos obtenidos de no pagarle a tiempo, algo improbable, puedes tener un consuelo: que dispongas mas tiempo de tu pasta en el bolsillo. ¿Para qué?, si los bancos están pagando los depósitos  al 0,60 o menos y la cuenta corriente no da un duro, que no te cueste.
Antes, lo de ser rentista de mas de cuatro perras, estaba mal visto por la gente seria, por ausencia de la porción de productividad que nos corresponda a cada cual. Ahora, rentistas de declarar la renta anual somos casi todos, que ya habrán leído –mas lectura y menos televisión- que han cazado a algun vip que no se declara ni a su señora, no sea que aparezca un inspector y le asigne valor al beso casto –por la edad-, que a lo peor le cuesta un dineral.
Los defraudadores a gran escala echan a navegar todo su dinero –de siempre- por el canal de Panamá. A veces una de esas piraguas cargadas de oro, llega a España, embarcación semejante a las de hace cinco siglos, que traían de las tierras descubiertas el metal precioso para las arcas de los reyes. Ahora, lo mas que cazan los de Hacienda y la Policía, es a una hermana de monarca, y para colmo emérito, sin exceso de tarea institucional diaria, que se sepa, que está como un ectoplasma.
Declarar y que no sea una declaración de amor, es un incordio. Llegas a junio con todo mas o menos preparado, ¡y ay como mañana no estén listos los datos a declarar! Al Estado le pagas sobre todo el Impuesto del Valor Añadido, que siempre nos lleva unos cientos o miles  de euros a lo largo del año, según la economía de cada cual. A ver cuándo el IVA es el impuesto del venía y no del iba. Al otro extremo están los ayuntamientos, que esos diversidad sí que tienen: El IBI, cuyos ingresos se reparten con la Hacienda central, el impuesto de circulación de vehículos, el lixo o recogida de la basura y aun queda cuerda para rato en las  autonomías, que prefieren no dar la cara, pellizcando la bolsa del contribuyente por lo bajinis. Se está mas calentito agazapados  tras la participación del impuesto que cobra otro y convierte a la Administración central en gestor del cobro, en el lobo de un cuento que no es cuento, sino verdad. Ya mecen con cuento la cuna del hombre, que dijo León Felipe, que pasó de vender aspirinas, como farmacéutico, a regalar estrofas.
Se ha cruzado con el período de recaudación de la renta, el descubrimiento  de paraisos fiscales con españoles comiéndose la manzana. Como si esos paraísos hubieran nacido ayer. Habrá que recurrir al espíritu de Jesús Hermida, que estar estuvo en la Luna, aunque sin pisarla, para que podamos visitar los fines de semana los paraísos esos que se nos antojen. ¿Será el tiempo levemente cálido, como en el cielo? ¿O lloverán chuzos de punta? ¿Te quemarás en cuanto toques cualquier objeto en el Infierno? Como ya no hay limbo, no podemos mandar allí a los de la gurtel, la púnica, el ere, con minúsculas porque son despreciables. El ere, decía, trotón como un caballo de Jerez, buscando al obrero que se quiera montar en el, para perder los estribos, que es lo apropiado, que esos estribos, en lenguaje cada vez menos usado, es perder la paciencia, con alguno que te provoca esa reacción. Así las cosas, si el perder los estribos no es literalmente lo que es hoy…Así, nos perdemos que el caballo de Jerez  lance por los aires al jinete, para que llegue cuanto antes a la cima del paro. Vaya montón, al que le toque arriba del todo tendrá el  consuelo de que aquí nadie le da trabajo pero sí notoriedad, que no pensamos en otra cosa que los que no pueden currar y son hijos tuyos, o padres, o hermanos, o novios… 
Y con los paraísos fiscales de fondo. ¿Cabe mas fusión entre el Paraiso de la Iglesia y la fiscalidad de Montoro? ¿Quién va mas,  la Iglesia a la ventanilla de Hacienda o el ministro de la cosa al templo de la esquina?  Mañana mismo declare la renta, que de lo contrario será alopécico. Le caerá el pelo.
 

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