Cartas al director

La emigración ilegal, sus mafias y la patria

n  n  n Para nadie  es un secreto que emigrar para muchos gallegos es una herencia especial que, muchos de nosotros, apreciamos y recordamos con nostalgia las aventuras o vivencias del pasado emigrante, ya fuera está dentro o fuera de España, mi abuelo materno lo hizo a Brasil, los primeros años del pasado siglo, retornó el 1912 y trajo un dinerito. El era Juan Parada y se casó con mi abuela Rita, que había quedado viuda y con una hija, Rosa, por un naufragio en Santa Eugenia de Ribeira. Su felicidad duró pocos años, sus ahorros los depositó en un banco de Vilagarcía de Arousa, que fue a la quiebra, los años treinta, desgraciando su vida. La hija mayor, Rosa, se casó en Caldas de Reis, con un próspero panadero. Los otros seis hijos nacidos en su matrimonio, desde muy jóvenes tuvieron que buscarse la vida, entre ellos, mi difunta madre, Juanita, que se vino a Caldas para ayudar a su hermana mayor. Allí conocería a mi padre y se casaron, el era un trabajador en la panadería y venía de Barciademera-Mondariz, para trabajar, con su vecino y amigo Pedro Sierra. Este fue mi tío y padrino de bautizo. Recuerdo aquellas palabras de mi difunto abuelo a sus hijos, que mi madre recordaba con frecuencia: Procurade na vida, comer sardiña, e logo galiña. Hoxe xa solo me queda para comer sardiña, despois de tanto traballar, e aforrar, estoy arruinado Por culpa duns galopíns e ladróns aquí en España.
Su nieto emigró a Venezuela el año 1957, legalmente. Con apenas veinte años y algo de preparación, intercalando trabajo y ayudando a mis padres en su h¡panadería y estudiaba en las horas libres, así pude llegar a tercer año de bachillerato, por libre. El destino y la necesidad me llevaron a emigrar a Venezuela, y aprender una nueva profesión cocinero. También en mis horas libres, estudiando en la Escuela Hotelera. Ello me llevaría en pocos años, a triunfar en la profesión. Norte y guía de mi destino y progreso. Llegando a trabajar en los hoteles y clubs de recreo mas prestigiosos en aquel país y ostentar la jefatura de la profesión en algunos de ellos. Para los años setenta, dar el salto al mundo de los negocios, donde también triunfe como empresario y dirigente gremial, fundando varias empresas y los años ochenta, la asociación de comercio, en las ocho parroquias del Estado Vargas, y ser galardonado 1986, con la distinción más emblemática del Estado. Me considero hoy un emigrante con suerte, sin descartar que ello fue posible, poniendo principios y valores como norte y guía, para abordar el difícil y tormentoso camino de la emigración, lejos de mi patria y familia.
Tal vez las experiencias vividas en mis años de emigrante y la posterior integración al país, de acogida, conservando intactos los nexos con mi patria y complementando con mi retorno feliz, luego de cincuenta años, a mi querida Galicia, me dan hoy la suficiente fuerza moral para opinar sobre lo que está renaciendo hoy en España, con la emigración ilegal y sus mafias. Sin duda, destrozando los beneficios ya alcanzados por quienes hace años y legalmente, accedieron a este país, para trabajando honradamente, integrarse y progresar. Como no recordar los años ochenta en Venezuela, con aquella locura de Carlos Andrés Pérez, permitiendo la avalancha de indocumentados que nadie controlaba, ni sabía de donde venían y que buscaban allí, cinco millones de  sin papeles, distorsionaría la vida del país, trastocaron su sociedad y la sana emigración, ya integrada a su progreso, sus fechorías,  vicios y corruptelas, eran achacadas a todos los emigrantes, sin distinción, y así se distorsionó a toda la emigración y se creó ese mundo paralelo dando paso al crimen organizado, que las mafias controlaban. Lo más triste es el uso y abuso que las clases  políticas del país, hicieron de todo ello, cuyos resultados catastróficos están a la vista de todos hoy. En su gran mayoría es esa la generación que desgobierna aquel entrañable país, ya hoy en ruinas.
El desboque de las mafias y los últimos acontecimientos desgraciados en España, deben despertar a la ciudadanía clase política y gobierno de turno, para tomar medidas urgentes y precisas, ya que estamos en la fase más delicada y peligrosa, donde las mafias separatistas, antisistema y okupas, incrustadas de forma irregular, en nuestra sociedad, ya están interactuando, a la sombra de nuestra democracia. Algunos con disfraz convencional de emigrantes invasores, o refugiados de conveniencia, pero son en su gran mayoría cómplices necesarios y actuando descaradamente hoy en Cataluña. Quien tenga ojos que vea y oídos que escuche. El doblar de las campanas ya generalizado, ello es escalofriante por los alarmantes ataques que hoy sufre nuestra patria, su democracia y las instituciones valedoras y referentes para su guarda y custodia, como la Constitución y sus leyes. ¿A qué esperamos para actuar, sin que nos llamen? Xenófobos, fachas, o franquistas, por defender la patria y la sana emigración.