Opinión

el primer vigués, en vigo

Prácticamente nada se sabe de Martín Códax salvo que vivió en torno al siglo XIII, quizá el XIV. Ni siquiera está claro del todo que fuera un hombre y hay al menos un trabajo -el de la catedrática Camiño Noia, de la Universidad de Vigo- que sostiene que tras el nombre masculino del trovador en realidad  había una mujer. La única certeza es que Martín Códax era un vigués. Quizá el primero del que hay constancia, quien quiso cantar el mar de Vigo y a su amada como un todo. Aquel Vigo era una aldea bajomedieval en el Fin de la Tierra, muy lejos del Vicus -si es que se llamó alguna vez así, probablemente no- romano, que en el siglo IV había sido un puerto de referencia para el comercio entre el Atlántico y el Mediterráneo. Después, a partir del siglo V, la caída de Roma y los sucesivos reinos suevo y visigodo, y la posterior invasión árabe, dejaron la costa Noroeste alejada de las grandes vías. Un profundo silencio que llenó  Martín Códax con sus sencillas Cantigas, donde de forma reiterada habla del Vigo donde vivía.
La Muy Leal no ha tratado muy bien al primero de los suyos que colocó a Vigo en el mapa. Existe una sala de auditorio en el Conservatorio, una calle más que modesta y difícil de encontrar por Churruca y un curioso monumento en el Castro que preside una especie de plaza del olvido, frente a los restos de una cafetería convertida en edificio okupado, como tantos otros de la ciudad. 
Martín Códax es una incógnita pero su obra no. Gracias a la Universidad de Vigo y con el apoyo de la Xunta, el pergamino Vindel vuelve a casa y será expuesto durante un tiempo en un lugar adecuado: el museo que se levanta en Alcabre, justo frente al Mar de Vigo.

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