Opinión

El PP catalán

En Cataluña, a juzgar por las encuestas, las expectativas electorales pintan muy mal para el PP. Allí, sus logros nunca fueron espectaculares, todo hay que decirlo. Ni siquiera en su mejor época (1995) cuando Aleix Vidal-Quadras dirigía el partido y alcanzó el 13,2% de los votos (17 escaños). El último sondeo del CIS les otorga un 5,8% (7 escaños). Las razones del bajo perfil que han tenido siempre los populares en Cataluña son complejas. Algunas difíciles de entender para un observador que intentara cuadrar la aparente contradicción entre tan magra cosecha de votos en contraste con las victorias que este partido obtenía en el resto de España.
Hay que acudir a la Historia arriesgándose a caer en el tópico aún a fuerza de intentar alejarse de los prejuicios. En Cataluña desde los tiempos de la Transición, primero como Alianza Popular y después como PP, a éste partido le fue endosada en propiedad la etiqueta de franquista. Una etiqueta que si en origen respondía a la lógica de la fotografía de sus fundadores (con Manuel Fraga a la cabeza), después, con el paso del tiempo y la renovación de sus líderes, acabó siendo un estigma perpetuado en razón de la contienda política. En 1996 el PP (José María Aznar) pactó con CDC cuando Jordi Pujol mandaba en la "Generalitat" y exigía contrapartidas tales como la salvaguarda de la política de inmersión lingüística que pretería el castellano en la enseñanza (Ley de Política Lingüística no recurrida por el Gobierno ante el TC) o la rebaja del nivel jerárquico de los delegados del Gobierno eliminando la figura del gobernador civil. Por no hablar de la cesión del 33% de la recaudación del IRPF (antes era del 15%); del 35% del IVA y del 40% de los impuestos especiales. Concesiones poco o nada "franquistas" podría decirse sin ir más allá en la ironía.
El PP y CDC tenían grandes afinidades en materia de política económica. Para ser exactos: todas, como quedó demostrado ya en tiempos más recientes con el apoyo de los pujolistas a la Reforma Laboral del Gobierno Rajoy. Pactaban en Madrid con el PP mientras en Barcelona, en TV3, ridiculizaban a los dirigentes populares. Eran los "fachas". Éste doble juego mantenido a lo largo de los años ha dado como fruto que preguntar en Cataluña por el PP sea tanto como mentar la bicha. La verdad es que tampoco les ayuda el discurso de García Albiol. Con Andrea Levi o con Dolors Montserrat, quizá habrían encontrado algo de eco. En fin, veremos qué pasa el 21D.

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