Opinión

El poder de la estiba

Hay muchos mitos sobre la estiba, y a ello han contribuido no poco literatura y cine. Pero no todos son falsos. La carga y descarga portuaria ha sido y es clave porque sus trabajadores pueden paralizar un país y porque conforman, en apariencia, un grupo monolítico en defensa de sus intereses, que la mayoría considera excesivos, aunque ésa sea otra historia. En todo caso, el mundo ya no es el que era y la estiba del XX ya no vale para el XXI. Por un lado, por la automatización de los procesos, que en puertos chinos ha llevado a la desaparición completa de la mano de obra en el proceso físico de movimiento de mercancía. Por otro, porque España es socio fundador de la unión Europea, organismo que se basa en el libre comercio y en el rechazo taxativo a los monopolios. Y la estiba lo ha sido, hasta que el Tribunal de Justicia de la UE ha dicho que su existencia contradice los principios fundacionales de la comunidad europea. La Comisión ha dicho lo mismo y poco más hay que hacer salvo reordenar el servicio y ponerlo al día. Eso hizo el famoso Real Decreto que acabó con una huelga que afectó sobre todo a Algeciras y Vigo. El caso vigués tiene su explicación: en Galicia es el único donde hay una sociedad de estiba potente debido a la propia naturaleza de la terminal marítima, de tráfico de mercancías para la exportación de productos de las fábricas de la ciudad y su área, y de importación para su transformación (pescado, granito o piezas). El poder de la estiba se notó en los tres meses que duró el conflicto, que hundió las estadísticas locales (no así Marín, Arousa, Coruña o Ferrol), y provocó que al menos una naviera cambiara de puerto y otra estuviera a punto de abandonar Vigo. 

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