Opinión

El lado débil

Al contrario de lo que ocurre con sus superiores, el hasta la pasada noche jefe de la policía autonómica de Cataluña, el mayor Josep Lluis Trapero Álvarez, ha aceptado su cese, solicitando en una carta abierta el máximo respaldo para su sucesor en el cargo y segundo en la escala de mando hasta la fecha, el comisario Ferrán López en el que el ministerio del Interior ha creído  encontrar un hombre respetado y de consenso, con capacidad y sentido común para recuperar la esencias  institucionales y constitucionales del cuerpo. Trapero –un catalán con raíces en la emigración, nacido en Badalona y licenciado en Derecho por la Universidad a distancia a base de estudiar en la largas noches de vigilias y guardias- está acusado de sedición y, a pesar de que no ingresó en la cárcel al tiempo que los Jordis, está privado del pasaporte y se enfrenta a una condena que puede alcanzar los quince años de reclusión, tal es la gravedad de los delitos que se le imputan. Debe estar apurando un amargo trance el policía en el que el bipartito confió para afrontar  el reto de una secesión y al que sus jefes convirtieron en forzado héroe del atentado de Las Ramblas hasta que muchos de los detalles de las decisiones que gestionó antes y después  de la tragedia abrieron profundas grietas en la credibilidad de la institución y la suya propia. El comportamiento de los Mossos a su mando durante el referéndum ilegal también alentó las sospechas  y acabó con Trapero sentado ante una jueza de la Audiencia a la que no convencieron sus explicaciones. Imputado y en libertad condicionada, su breve carrera al mando del cuerpo policial autonómico y hombre de confianza del plan secesionista estaba visto para sentencia.
Trapero, por tanto, no se ha declarado en rebeldía como ha hecho Puigdemont en una más de sus delirantes jornadas  de rebelión, cañas y tapas, que ha incluido la emisión de un mensaje  grabado en un vídeo casero probablemente en su circunscripción de nacimiento y que TV3 se ha apresurado a emitir como si estuviéramos en los tiempos de Charles De Gaulle en el exilio de Londres al amparo de la cruz de Lorena. El policía ha entendido bien lo que se juega y sospecho que estará meditado para sí mismo lo que será de su suerte deglutiendo además la petición de voto secreto obtenido por CUP y Junts pel Sí para evitar su identificación en el momento en que los tribunales inicien la tramitación de responsabilidades penales al proclamar unilateralmente la nueva República. Trapero es el lado más débil y él lo sabe. Y estoy por suponer que incluso lo comprende. 

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