Opinión

El euro milagroso

Muchas tiendas de “todo a cien” se reciclaron, para pasarse al euro solitario como reclamo, cuando empezó a circular la nueva moneda. De este modo, en unos meses, aquellos establecimientos obtuvieron pingües beneficios sin mover sus productos de las estanterías. El mismo bolígrafo pasó de costar cien pesetas a ciento sesenta y seis con unos céntimos. Fue el primer milagro de la soñada acuñación europea.
Quince años después, la sarcástica moneda común ha conseguido fijar la desigualdad del valor adquisitivo, entre los países miembros de la UE, bajo la milagrosa apariencia de la igualdad monetaria. Todo puede valer lo mismo pero no nos costará igual aunque lo paguemos en euros. Dependerá de la geografía, del lugar de producción, de los hábitos de consumo…
Y en estos tres lustros ese euro, que en 2002 nos parecía una moneda de gran valor, ha pasado a ser calderilla en el magín de la mayoría de españoles. Sí, es cierto, nos ha vuelto más europeos y nos hemos olvidado de dejar propinas en los bares, pero cuando vemos que algo sólo cuesta un euro se nos antoja de poca monta, de baja calidad o despreciable. E incluso sirve de cebo para que creamos comprar por poco algo considerado de mucho valor. Por ejemplo, es fácil encontrar en el super por un euro fiambres envasados. Al tomarlos pensamos adquirir a buen precio un producto cuyo kilo sale nada menos que a veinte euros. Quien dice fiambres, dice pastelillos, chucherías y hasta jamón curado en bodegas…
¿Y las limosnas? Pues también. Ya nadie se siente generoso donando un euro al necesitado. Parece cutre ¿no? ¿Hará caso san Antonio a la casadera por un euro? Más bien, no. Hace poco, el cura de una conocida parroquia se quejaba en la prensa de que “no pasan del euro las monedas depositadas en los cepillos”. Es la antigua calderilla del señorito para el pobre.
Pero miren por dónde, la moneda europea es tan milagrosa que de la noche a la mañana con un solo euro Ana Botín ha comprado un banco, el mismo que hace poco se había tragado a otro gallego. Un banco preñado con una deuda de 7.000 millones, 300.000 pequeños inversores arruinados o damnificados, 35.000 millones en ladrillo, cientos de oficinas, miles de trabajadores... ¡Todo por un euro! Algo menos que el precio de un café en la barra de un bar. Y resulta que puede ser un gran negocio financiero. ¿No les parece milagrosa nuestra moneda? ¿O simplemente es esta falacia de sistema capitalista?
 

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