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Uno sólo probó y el otro concretó

Iago Aspas se retira cabizbajo del terreno de juego de Anoeta al finalizar el partido.
photo_camera Iago Aspas se retira cabizbajo del terreno de juego de Anoeta al finalizar el partido.

Quedó eliminado por la Real Sociedad al perder en Anoeta (2-0).  Cardoso tiró la Copa con un equipo repleto de reservas, sin pegada,   y sólo recurrió a titulares cuando ya era demasiado tarde

Dos planos de análisis. El de la apuesta: el Celta de Cardoso afrontó el choque dando a la Copa menor importancia que a la Liga y la Real dándole la misma. El del partido: el conjunto vigués no realizó un mal juego pero careció totalmente de una pegada de la que disfrutó el donostiarra con dos grandes goles. Un sólo resultado: eliminación en Copa, un camino europeo cerrado y el sueño del título abortado.
Ser nuevo tiene, de serie, un puñado de sorpresas. Sorprendió anoche Miguel Cardoso son su apuesta inicial, variando la práctica totalidad de los componentes de su once –sólo repitió el turco Okay Yokuslu– y, sobre todo, apostando por un sistema con tres centrales y dos carrileros. El equipo elegido tenía sentido en todas las líneas pero carecía de pegada, con Maxi Gómez y Iago Aspas en el banquillo y un ataque pleno de mediapuntas: Hjulsager, Pione Sisto y Emre Mor. Enfrente, la Real Sociedad no se guardaba nada, con un once tremendamente reconocible y el único punto débil, ya conocido, de los centrales, donde Asier Garitano prefirió mantener al jugador del filial Le Grand en vez de precipitar el regreso tras lesión de Aritz Elustondo. Es decir, dos propuestas diametralmente distintas.
Con todo, quien comenzó con más y mejor ritmo de juego fue, sin duda, el Celta. Adelantando líneas, con la línea defensiva muy alta y presionando en campo contrario. Si el once, por los cambios, no demostraba ambición, el plan de juego sí. La idea tenía sentido, masticaba el juego con acierto pero no mordía.
Dentelladas dio la Real. Incluso cuanto todavía estaba desconcertada por la propuesta celeste. En su primer saque de esquina, Sergio Álvarez salió raudo a despejar de puños. Lo hizo bien, pero el balón cayó al borde del área por la zona de influencia de Oyarzabal, quien lo controló con el pecho y lo golpeó con una volea perfecta que entró por una de las escuadras de la portería celeste. Era el minuto 10 y haber sido mejores en ese tiempo no le servía de nada a los célticos.
No varió el diseño de partido el tanto. Más bien, certificó que el Celta iba a apostar por la posesión y la Real, por el contragolpe. Más con una defensa celeste tan adelantada, lo que ponía los dientes largos a jugadores como Oyarzabal, Januzaj o el mismo Theo.
Poco a poco, de nuevo los jugadores de Miguel Cardoso fueron haciéndose con el mando. Pero, también de nuevo, sin inquietar  en la portería local a Moyá, que en  toda la primera parte apenas tuvo que responder a dos disparos entre palos de Hjulsager, muy activo, como es norma en él. Funcionaba bien el equipo hasta llegar a ese trío de ataque, pero ahí se detenía el fluir futbolístico. Los uno contra varios de los mediapuntas pasaban a ser el único camino.
Con el encuentro de nuevo con acento celeste, la Real gritó. Un mal control en el centro del campo de Hjulsager permitió a los donostiarras realizar un contragolpe a medias, ya que por detrás todavía quedaba buena parte de la línea de cinco. Pero Januzaj se encargó de borrarla. Dos amagos y un gran zurdazo a la escuadra supuso el segundo tanto local en el minuto 26. Sin haberlo merecido, los guipuzcoanos ganaban  con claridad ante un meritorio Celta.
Quedaba tiempo hasta el descanso, pero no capacidad para variar el destino del partido. Amagó con hacerlo una acción individual por banda de Emre Mor, tan plena de calidad en el regate como falta de acierto en la resolución, consistente en un disparo flojo al ángulo perfectamente cubierto por Moyá. Las miradas, en el descanso, se dirigían al banquillo del Celta. De haber esperanza, residía en él.
Se tomó con calma Cardoso el cambio de apuesta. Prefirió que sus jugadores insistiesen en la posesión, completando un partido perfecto si no existiesen las porterías en los dos extremos del campo. Porque pese a jugarse más cerca de la meta local que de la visitante, no existía inquietud en Moyá. Tuvo que ser Okay el que rematase con un cabezazo cruzado a centro de Mor.
Precisamente estos dos protagonistas fueron los que salieron del campo poco antes de la hora de juego para dejar sus sitios a Jozabed y Maxi Gómez –con un par de curiosos minutos de cadencia entre ambos cambios–. Ahora ya había quien rematase lo creado. Pero ese peligro espoleó a la Real a tener más posesión para evitarse disgustos. E incluso a adelantar líneas cuando, diez minutos después, apareció sobre el campo Iago Aspas. Quedaban 20 minutos para buscar el empate. Pero la nulidad en el remate previa se mantuvo hasta el final, certificando la eliminación copera. 

Real Sociedad:
Moyá; Zaldua, Le Normand, Héctor (Elustondo, min. 73), Theo; Illarramedi, Zurutuza (Zubeldia, min.62), Januzaj (Merino, min. 81); Juanmi, Oyarzabal y Willian.
Celta:
Sergio Álvarez; Kevin Vázquez, Facundo Roncaglia, Gustavo Cabral, Junior Alonso, Robert Mazan; Fran  Beltrán, Okay Yokuslu (Jozabed Sánchez, min.55); Andrew Hjulsager (Iago Aspas, min. 69), Emre Mor (Maxi Gómez min. 57) y Pione Sisto.
Goles:
 1-0, min.10: Oyarzabal; 2-0, min.26: Januzaj.
Árbitro:
Sánchez Martínez (Murcia).
Incidencias:
Encuentro de vuelta de dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado ante 21.000 espectadores en Anoeta.

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