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Eiras nació para 263.000 vigueses

La presa de Eiras abastece al área metropolitana y se encuentra al 42 por ciento.
photo_camera La presa de Eiras abastece al área metropolitana y se encuentra al 42 por ciento.

Decía Nicolás Taboada Leal en su Descripción topográfico-histórica de la Ciudad de Vigo, publicada en 1840, que contaba la villa con “cuatro fuentes de bastante raudal” si bien sólo las conocidas como Neptuno y Angelote disponían de agua potable. Abastecían aquellas a los casi 6.000 habitantes que por aquel entonces tenía el lugar, quienes debían desplazarse hasta los manantiales y lavaderos a recoger agua para satisfacer sus necesidades diarias. Entre esa imagen bucólica y la actualidad se ha recorrido un largo camino, marcado por una infraestructura vital para la ciudad.
La historia del abastecimiento de aguas en Vigo está ligada a los nombres de varios ingenieros, capaces de prever y encauzar el despegue de una de las ciudades de mayor crecimiento demográfico en Europa. En el año 1900, cuando Vigo contaba ya 20.000 habitantes, el Ayuntamiento se pone manos a la obra y encarga al técnico Ramiro Pascual un proyecto global para la captación de aguas, siguiendo las propuestas del también ingeniero Fernando García Arenal, director de la Junta de Obras del Puerto de Vigo. El primer paso será la canalización de los manantiales de la parroquia de Bembrive, una obra presupuestada en un millón de pesetas, con una capacidad de cerca de 60 litros por segundo que se ponían al servicio de la población. De forma paralela, en el año 1902 se crea un Reglamento municipal que busca normalizar la gestión del preciado líquido. En la normativa se mantiene la costumbre de las aguadoras, dedicadas a vender el agua de las fuentes, un ejercicio que ocupaba a mucha gente en la localidad.
Ese mismo año de 1902 se constituye la empresa “S. A. Abastecimientos de Aguas”, impulsada por el Banco de Vigo, que se encarga de gestionar el servicio. La compañía será comprada por el Ayuntamiento en 1925, dando lugar al Servicio Municipalizado de Aguas. Los problemas persistían a pesar de todo, no sólo por la escasez en los meses de estiaje –julio a octubre- sino especialmente por la mala calidad del agua, que no era depurada en modo alguno. La ciudad crecía demasiado rápido, y las mejoras llegaban siempre con retraso. En 1928 se captaban los manantiales de Fabás y Sobreira, y tres años más tarde el río Vilaza, afluente del Miñor. 
La sequía que asola España entre los años 1943 y 1945 hacía saltar las alarmas. Era necesario regularizar el Vilaza mediante una presa. El embalse de Zamáns, construido entre 1952 y 1960 y con un caudal de 100 litros por segundo, suponía apenas un parche.
Si había una institución que no podía permitirse una situación de escasez crónica de agua era la Zona Franca. Las grandes industrias que valoraban instalarse en Vigo, como ocurría en 1957 con Citroën-Hispania, demandaban un suministro amplio y constante, por lo que la solución de este problema fue una de las prioridades del Consorcio. El ingeniero-director del CZFV, José Eligio Prieto Moresi, presenta en 1953 al Ministerio de Obras Públicas el proyecto para la ejecución de un nuevo embalse en el río Oitavén, en el lugar de Eiras, que obtiene el visto bueno. Ayuntamiento y CZFV colaboran en la redacción final de la propuesta, entregada en 1958. Una presa con una capacidad de seis millones de metros cúbicos y presupuestada en más de cien millones de pesetas, cuyo autor calculaba que podría abastecer a una población de 263.000 habitantes. Hoy está a prueba: sirve a todo el área metropolitana, unos 450.000 habitantes. n

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