Opinión

El Ebro guarda silencio...

Cuando los aragoneses cantan la jota lo hacen poniendo en su voz todo el alma y en el corazón un amor inmenso a su Virgen del Pilar. Es casi imposible encontrar una jota sin que en ella aparezca la Pilarica. Ayer, su fiesta solemne, se llena el Paseo de la Independencia y el de Alfonso con miles de familias con su traje tradicional, una flor en la mano y desbordante alegría para depositar una rosa o un clavel a los pies de la Virgen en una ofrenda floral única. La Virgen del Pilar asume los patronazgos de la ciudad de Zaragoza, del Reino de Aragón, de la Hispanidad y de la Guardia Civil, entre muchos otros.
Ayer, 12 de Octubre, fiesta nacional de España, fue la patrona de todos los pueblos hispanos también llamado antaño “Día de la Raza”. Una jornada basada en incontables leyendas y tradiciones enraizadas en el pueblo. Según un documento del siglo XIII, el Apóstol Santiago, el Mayor, hermano de San Juan, viajó a España a predicar el Evangelio (año 40 d.C.), y una noche la Virgen María se le apareció en un pilar. Nacería así el primer santuario mariano íntimamente ligado al de la tumba de Compostela promovido por Alfonso II y el obispo Teodomiro.
Esta supuesta aparición mariana ocurriría, según la leyenda, aún en vida de la madre de Jesús en Tierra Santa con San Juan el hermano de Santiago, ambos hijos del Zebedeo. Según la Magna Moralia de San Gregorio Magno, del siglo VI, y cuyas copias del siglo XIII se conservan en la actualidad, la aparición de la Virgen a Santiago el Mayor estaba muy difundida desde épocas muy antiguas por toda la cristiandad. Ante la indiferencia de aquellos habitantes de Cesaraugusta, Santiago siguió predicando, en compañía de ocho nuevos cristianos, quienes se retiraban por las noches a orillas del río Ebro a descansar, construyendo allí más tarde un templo que con el paso del tiempo se convirtió en centro de la fe cristiana. Resistieron incluso a la invasión visigoda, consiguiendo la conversión de Recaredo en el siglo VI y siendo lugar de reposo de los restos del mártir San Vicente trasladado después a Valencia y más tarde a Lisboa, de donde es patrón.
El templo sufrió, con el paso de los siglos, distintos ataques provocando que en 1296, el papa Bonifacio VIII publicase la bula Mirabilis Deus, en la que exhortaba  a los fieles a su reconstrucción, y en el siglo XVI el papa Clemente VII fusionó los cabildos del Pilar y de la Seo de Zaragoza. En 1642, dos años después del Milagro de Calanda, en el cual una pierna le fue restaurada a un cojo tras pedir la intercesión de la Virgen, el Ayuntamiento de Zaragoza concede el patronazgo de la ciudad de la Virgen del Pilar. En 1678, el rey Carlos II de España declara a la Virgen del Pilar patrona del Reino de Aragón. En 1670, el hermano natural del rey Carlos II, Juan José de Austria, reforma el Templo de Santa María al estilo barroco, proyectado por Francisco de Herrera el Mozo e inaugurándose en 1718. En 1751, Fernando VI y el arquitecto Ventura Rodríguez reedifican la capilla barroca de la Virgen que fue refugio durante la invasión francesa.
En el año 1905, San Pío X concedió la coronación canónica de la Virgen del Pilar, llevada el 20 de mayo y un real decreto de Alfonso XIII (8/10/1908) concede a la Virgen el título de Capitán General, colocándosele el fajín. El 3 de agosto de 1936, la Basílica fue bombardeada durante la Guerra Civil. Ninguna de las tres bombas que cayeron sobre la basílica lograron explotar. 
La celebración del Día comienza con la Misa de Infantes a las 4,30 horas en la capilla de la Virgen del Pilar. Allí los “infanticos”, son los primeros en Cantar a la Virgen Terminada la Misa, comienza “el Rosario de la Aurora”, una procesión que sale de la parroquia de San Pablo a las cinco de la madrugada. Y durante todo el día el desfile portando flores para el monumento floral en la plaza de la Seo.

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