Opinión

Comas, coñas y conas

Hace unos días (la falta de) una coma incendió la corrala de la rúa del Hórreo en Santiago. Carmen Santos –que no es igual que Santa Carmen-, secretaria general de Podemos en Galicia y diputada de En Marea, tuiteó con ocasión del día Internacional de la mujer: “Hoxe todas na loita feminista. Reivindicamos que nn nos asasinen señores do @ppdegalicia”. Y claro, el presidente de PPdeG – que se escribe Feijó-o, pero que se pronuncia mandamás- la llamó al orden, gramatical; y le exigió pedir disculpas por no poner la vírgula en su sitio. 
 Con relación al tema que ese día banalizaron, se repitieron algunas de las expresiones que el gallito de Podemos, coleta de grana y espuelas de acero, cacareara altanero refiriéndose a una periodista: “bonito abrigo de pieles tienes” y a la presentadora de TV Mariló Montero: “la azotaría hasta que sangrase”. Castigador el Pablito, sí señor: ‘echa su polvorete, racatapún, chinchín, y él se sacude’. 
 Y yo, sospechoso, a mi pesar, de ser machista –no me cogeréis nunca, ni convicto ni confeso-, enseguida me acordé del preclaro escritor Julio Cortázar: “La coma, esa puerta giratoria del pensamiento”, escribía. Escribía: ‘Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda’. ¿Dónde pondrías la coma?”
 Lo más probable es que vosotros hayáis puesto la coma después de la palabra ‘mujer’. Es una opción. Probad ahora a ponerla detrás de la palabra ‘tiene’, y veréis cómo pensamos los que –hombre o mujer- nos cuestionamos todo lo que da por descontado Perogrullo.
 ¡No, nunca, jamás! ningún hombre -ni homosexual, ni lesbiana, ni su puñetera madre-, debe maltratar a su pareja, a su ex pareja, a su posible pareja, ni a nadie; y menos si es inferior en fuerza física, o mental (atención aquí, féminas). Y lo repetiré mil veces, si hace falta, si con eso consigo aunque sea evitar un solo insulto. Dicho esto, ¿sabéis cuál es la mayor ilusión de un visón?: tener un abrigo de piel de puta. 
 Ya sé que Pablo Iglesias no se refería a este tipo de abrigo, ni de piel –no soy tan demagogo-; pero aprovecho la coña para salvaguardar los derechos de los animales que, a diferencia de los oportunistas, no disponen de 140 caracteres para hacer proselitismo. 
 Aunque para coña, electrizante, porque pone los pelos de punta, lo de los 155 mil pavos de multa que les pusieron a las eléctricas hace también unos días, por contratar clientes sin su consentimiento. Teniendo en cuenta el poderío económico de estas grandes empresas, extrapolándolo al salario medio de cualquier paganini hispánico, es como si a uno de nosotros por saltarse un semáforo en rojo, por ejemplo, nos pusieran 0, 0001 céntimos de coima. De coña. 
 De coña, pues, marinera, lo de la sanción a las eléctricas. De coña, coma, delirante, lo de la diputada de En Marea. Y de coña, insisto, sin ‘machirulismo’, lo de Pablo Iglesias. Pero cuidado con las virgulillas, coño; porque hasta coño, sin eñe, es geometría… Y eso sí que ya me parece un desatino.

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