Opinión

Coincidencias difíciles

Con el sol, la playa, el chiringuito, el vino con gaseosa y la marcha nocturna parece como si se diluyeran los temas más alarmantes. El verano tiene un poder terapéutico para paliar disgustos y sepultar angustias, pero su poderoso encanto no deja de ser un parche que difumina las situaciones graves y aplaza -pero solamente aplaza- su necesidad de soluciones.
Nada más demostrativo de esta sensación de adormecimiento que la estampa cada vez más repetida de los bañistas coincidiendo en el mismo  espacio  con los pasajeros de pateras, una imagen que cada vez es más cotidiana y sin embargo es también más difícil de aceptar por la conciencia. Usuarios de playas, bañistas de toda condición, saludables, juguetones y morenos, contrastan  compartiendo objetivo con los emigrantes llegados a esos mismos arenales por sorpresa huyendo del horror y de la miseria. En este tiempo en el que somos presa de la imagen y la inmediatez, las imágenes mostrando ese atroz desequilibrio abundan y resultan dramáticas cuando todos los protagonistas de la escena han logrado salvar la vida. Hay otras aún más estremecedoras en las que los bikinis se mezclan con cadáveres escupidos por la marea a la arena. No es culpa evidentemente de los bikinis y quienes los visten, sino de una situación extremadamente delicada a la que no resulta ingrato meter mano. Pero está ahí para nuestra quizá inmerecida vergüenza.
Sospecho que no es una misión sencilla afrontar este terrible drama y que cualquiera que reciba el Ministerio del Interior sabe también que en la cartera que le entregan hay un hueco que es el que corresponde al capítulo de la emigración, así que hoy le toca a Fernando Grande Marlaska como anteriormente les tocó a otros colegas que hubieron de aplicar esfuerzos –en su mayoría vanos- para paliar un gravísimo problema. Y quien suceda al magistrado en excedencia habrá de hacer frente a situaciones similares probablemente con los mismos quebraderos de cabeza y el mismo raquítico resultado.
Sin embargo queda por aclarar y conseguir que el continente asuma que esta situación que ha superado ya el colapso es cosa de todos. Y que los países de más al norte no pueden sustraerse por más que no jueguen el papel de frontera.

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