Opinión

Ciudadanos en todo lo alto

Una encuesta sobre expectativas de voto a escala nacional aupaba el pasado fin de semana a Ciudadanos hasta la primera posición del ranking. Parece lógico explicarlo en base al reciente éxito de este joven partido, con poco más de diez años de vida, en las urnas catalanas del pasado 21 de diciembre.
Podríamos llamarlo "efecto barretina". El comportamiento de los partidos nacionales frente a la amenaza separatista tomado por los votantes como indicador de sus merecimientos para gobernar en España. Pone la mejor nota a Ciudadanos, hunde a Podemos y castiga, aunque de forma desigual, a las dos fuerzas políticas que han forjado el bipartidismo en la gobernación del país durante los últimos cuarenta años.
Según una reciente encuesta de Metroscopia, la buena calificación otorgada a Ciudadanos, por su firme y desacomplejada defensa de la España constitucional, le convierte en virtual alternativa de gobierno. Siempre a expensas de que el efecto sea duradero y los otros dos grandes partidos constitucionalistas, PP y PSOE, se pongan o no las pilas después de haber recibido las malas noticias del mencionado sondeo.
Mientras tanto, el líder del crecido partido naranja, Albert Rivera, declaraba este domingo en una entrevista de prensa que está perfectamente preparado para gobernar a su estilo de centro, reformista, pactista y, pragmático. Con cualquiera de los partidos que le flanquean por la derecha y por la izquierda (PP y PSOE) si hiciera falta por exigencias de la estabilidad.
Si Rivera puede hablar como si fuera verosímil su salto al Palacio de la Moncloa se lo debe, hoy por hoy, al triunfo de su partido en Cataluña. Allí es primera fuerza con Inés Arrimadas de candidata a la Presidencia de la Generalitat. De momento, solo virtual, pues no ha decidido si utilizará su preferente derecho a ser investida como candidata del partido ganador de las elecciones, sabiendo que la matemática no le favorece.
Esa indecisión ha sido aprovechada por el PP y el PSOE para criticarla por tirar la toalla. Una forma de mostrarse recelosos ante el partido que ha venido a comerles terreno. A uno por la derecha y a otro por la izquierda. Rajoy y Sánchez han sido alcanzados por el efecto barretina. Y todavía les sobrevuela. Si, por ejemplo, Inés Arrimadas aceptase el encargo preferente de someterse a la investidura, aún sabiendo que no tendría los votos necesarios, los tres partidos competidores de Ciudadanos a escala nacional (PP, PSOE y Podemos) tendrían que retratarse.
Es decir, estarían obligados a votarla, en nombre de la defensa de la Constitución, el Estatuto de Autonomía, la soberanía nacional única y el principio de integridad territorial. Y si no lo hicieran, sus respectivos propósitos de alcanzar la Moncloa perderían credibilidad a los ojos de los ciudadanos españoles.

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