Opinión

Borrell, Jomeini y Vox

En una inesperada cadena de tuits el ministro de Exteriores, Josep Borrell alabó esta semana el Irán de los ayatolás coincidiendo con el cuarenta aniversario de la revolución del fanático clérigo chií Ruhollah Jomeini.
 Ni un solo juicio negativo sobre la dictadura islamista. Nada del terror que provoca la ausencia de libertad, la ejecución de disidentes religiosos e ideológicos, las palizas y encarcelamiento de mujeres sin velo, el ahorcamiento de homosexuales o la lapidación de adúlteras.
 Es un mensaje que debe tener alguna intención, pues la política internacional se hace en las cancillerías y no en tuits a la manera de Trump.
 Claro que hay menos analfabetos en el Irán actual que en 1979, como recordaba, pero también había muchos menos en la España de Franco que en la República y no por eso va a alabarse su dictadura, cuando la de los ayatolás no prosperó en sus cuarenta años como España en los 36 del franquismo.
 Quizás pretendía enviar un mensaje no oficial de felicitación al régimen o fidelizar más a Podemos, cuyos jefes son colaboradores pagados de la televisión iraní.  O enviarle una advertencia por algún motivo a Arabia Saudita, rival geopolítico, económico y religioso, o anunciarle a Israel, al que Irán quiere volatilizar, que no cuente con España en caso de confrontación.
 Paralelamente se califica a Vox como partido de extrema derecha y fascista, cuando lo que caracteriza el fascismo es su antisemitismo y la hostilidad hacia Israel que comparte con la extrema izquierda.
Pero una de sus bases ideológicas de Vox es la defensa de los judíos como uno de los orígenes de la civilización europea, y de Israel, que declara bastión laico y democrático occidental frente a dictaduras islamistas como la iraní alabada por Borrell.

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