Con los protagonistas de la historia

Bono, el que pudo cambiar la historia

José Bono y Alfonso S. Palomares hablan en el despacho de Efe.
photo_camera José Bono y Alfonso S. Palomares hablan en el despacho de Efe.

José Bono pronuncia la palabra Egggspaña arrastrando la g como si no la quisiera soltar de la garganta. Y como la pronuncia tanto, ese sonido gutural ha pasado a formar parte de su personalidad.

Tal vez al principio, cuando ensayaba sus discursos e intervenciones trató de corregirse, pero al comprobar las dificultades que entrañaba para lograrlo y cuando lo conseguía sonaba como una palabra insípida, decidió acentuar ese matiz diferencial que pasó a convertirse en un detalle ideológico freudiano. 
En el año 2000 el PSOE llegó al trascendental congreso de julio desarbolado, después del liderazgo absoluto y carismático de Felipe González, le sucedió Joaquín Almunia al que José Borrel ganó en unas tensas elecciones primarias la candidatura a la presidencia del gobierno. La convivencia de un secretario general con un candidato a la presidencia distinto resultó problemática, el caso es que Borrel terminó dimitiendo, al poco tiempo, por un caso de corrupción menor de dos amigos suyos. Almunia asumió la candidatura a la presidencia y perdió estrepitosamente frente a Aznar que le ganó por mayoría absoluta. No tuvo paciencia y dimitió públicamente la misma noche electoral en el discurso en el que aceptaba la derrota. Empezó la carrera a la Secretaría General, dos hombres y dos mujeres saltaron a la pista, los hombres eran: José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero; las mujeres Matilde Fernandez y Rosa Díaz. Al principio todas las opiniones daban como favorito a Bono, venía precedido de una fama de caballo ganador, lo había demostrado en Castilla la Mancha donde había ganado todas las elecciones a la presidencia autonómica por una incontestable mayoría absoluta. Parecía imbatible, Zapatero era un parlamentario gris desconocido para el gran público, pero las cosas no siempre son como parecen sino que, a veces, tienen una eseidad diferente. 

cuestión de tácticas
Los 995 delegados en el Congreso, convertidos en grandes electores jugaron muchas tácticas de ajedrez en ese congreso, hubo negociaciones oscuras y abiertas. Parte de los guerristas votarían a Zapatero, eso que suena a pura arqueología, los guerristas que seguían a Alfonso Guerra era una corriente poderosa dentro del partido. A la hora del recuento saltó la sorpresa, Zapatero ganó las primarias por nueve votos de diferencia en un cuerpo electoral de 995 personas, un azar profundamente democrático, que iba a cambiar la historia de España de los últimos años. Lo que pudo haber sido y no fue como en una canción de Machín. Ya saben, la ucronía es un género literario que consiste en plantear un universo distinto a partir de un punto de la realidad que conocemos. Seguro que se podía escribir una buena novela partiendo de supuesto que hubiera ganado Bono, la historia sin duda sería diferente, pero la historia una vez pasada no puede rebobinarse. ¿Cómo estaríamos hoy? Mejor o peor, eso no lo sabemos e incluso varía mirado desde la óptica de pensamiento de cada uno. Lo cierto es que el principal problema de España, las relaciones con Cataluña, hoy estaría planteado de manera diferente. Bono nunca le diría a Pascual Maragall lo que le dijo Zapatero: “Del Estatuto que mandéis desde Cataluña no cambiaremos ni una coma”. Egggpaña.
Tuve muchos y variados encuentros con Bono, incluso le tengo en la confusa nómina de mis amigos. Un día me llamó para que le presentara, en un hotel de Toledo, un pequeño libro que había escrito sobre el viaje de cinco días del príncipe Felipe por Castilla la Mancha en el que Bono había sido su acompañante y guía. El otro presentador sería Carlos Luis Álvarez, Cándido. Nos dijo que sería un acto menor, en cierto modo familiar y me preparé para hablar en un entorno de esa naturaleza, en un tono de mesa camilla. Cuando llegamos Cándido y yo a un hotel situado a la entrada de Toledo, donde se iba a celebrar el acto, vimos un aluvión de gente que llenaba el hall y se dirigía a un enorme salón. Esta gente ¿vendrá a la presentación del libro?, le pregunté a Cándido. No, me respondió. Estos deben ser de una boda. Supimos inmediatamente que era la presentación del libro porque vimos a Bono charlando con el cardenal arzobispo de Toledo y otra gente que no identificamos, pero tenía porte de importante. El enorme salón estaba desbordado y tuve que cambiar mi discurso de mesa camilla por el de un acto multitudinario. ¿Qué tiene este hombre que consigue tantos apoyos en Castilla la Mancha?  Le ven muy cercano y lo está, dicen que en las seis legislaturas que ganó por mayoría absoluta le dio la mano, al menos tres veces, a cada uno de los manchegos. En las tardes lentas se pierde por los pueblos y entre las gentes.
Conocí a Pepe Bono en el despacho de Tierno Galván de la calle Marqués de Cubas cuando era un joven abogado, recién licenciado por Deusto, alineado en la lucha antifranquista en las coordenadas del Viejo Profesor, como se conocía al que sería, años más tarde, el alcalde más popular que tuvo Madrid a lo largo de toda su historia. Tenía una cara redonda de niño, una sonrisa abierta y unas ideas claras. En aquel despacho defendían a los militantes antifranquistas, ya fueran de ETA, de Comisiones Obreras o de UGT, su lucha tenía un objetivo claro, desgastar la dictadura teniendo como alternativa la democracia. Respirar las libertades de Europa. 
Cuando después de las primeras elecciones democráticas, el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, quedó reducido a seis diputados, frente a los 118 del PSOE de Felipe González, cundió la desolación. No tenían un duro y las deudas sumaban unos ochenta millones. La opción era caminar por un desierto pedregoso o dejarse absorber por el PSOE. Bono fue el más posibilista de toda la ejecutiva porque tenía claro que la sobrevivencia terminaría convirtiéndose en asfixia, por eso apostó por la unidad, integrándose en el PSOE. En su libro “Cabos Sueltos”, Tierno Galván escribe: “Fue José Bono el que más se opuso a seguir el camino del desierto, y no desde la falsedad o la doblez. Actuó de manera manifiesta. Defensor de la unidad con el PSOE, lo sostuvo siempre, y yo diría que fue el único de la Comisión Ejecutiva que tuvo la audacia y la sinceridad de defender paladinamente la unidad. Me pareció bien la actitud de Bono, en apariencia más hostil, pero más trasparente y quizá por esto más amistosa”. Bono dijo hace poco: “Tierno es una especie extinguida en el paisaje político de la izquierda. Ya no hay nadie como él. Tenía en su despacho un retrato de Juan XXIII y otro de Pablo Iglesias. Cuando venían los policías de la brigada político-social quitaba el de Pablo Iglesias”. Ya saben, la historia de Bono ha estado jalonada de altísimos cargos, fue ministro de Defensa y presidente de las Cortes. Todo, menos presidente del gobierno. Tiene sesenta y siete años, joven, en otros países podía soñar todavía con serlo, aquí no. Estamos en pleno apogeo de la efebocracia.

sus frases e ideas
Ha sembrado su carrera de frases e ideas felices e ingeniosas, algunas inoportunas por las circunstancias en que se dicen a por los inoportunos micrófonos delatores. Los separatistas son su blanco preferido. Egggpaña. Según Bono: “El separatismo es lo más casposo, derechista, conservador y antiguo que puede existir. Lo hermoso y lo más humano, y lo mas socialista, sería que no hubiera fronteras”. “Hay una violencia peor a la de las armas la que agrede por odio, la que los separatistas están ejerciendo en Cataluña”. Sobre el Podemos de Pablo Iglesias, manifestó: “El Podemos de Pablo Iglesias en las formas es asambleario, en el fondo es caudillista”. A quienes le criticaron por una comida privada y secreta con el líder podemita, les respondió: “Se puede comer con Podemos, pero políticamente hay que merendárselos”. Lleva fuera de cargos políticos unos siete años, pero con su opinión sigue presente en todos los temas de debate. A propósito de si sacar o no a Franco del Valle de los Caídos y enterrarlo en la catedral de la Almudena, ha manifestado: “Un dictador y un asesino como Franco no merece honores en una Iglesia Católica”. 
Alguna vez le traicionaron los micrófonos abiertos indebidamente como cuando en un Comité Federal opinó: “Oye y nuestro colega Blair: Ese es un gilipollas integral, no?” No le faltaba razón al manifestarse así, ya que Blair había recibido a Rajoy y no a Zapatero en las vísperas electorales. Fue cuando Blair había perdido mucho de su prestigio apoyando sin fisuras a Bush en la guerra de Irak junto a José María Aznar.
En el movedizo PSOE de los últimos tiempos estuvo siempre en contra de las tesis de Pedro Sánchez, él había apostado por Susana, pero cambió sus puntos de vista desde que Sánchez alcanzó la presidencia. Antes había dicho: “Solo desde la impostura se puede gobernar con 85 diputados”, ahora sostiene que “es mejor dejar las discrepancias a un lado y dejar a Pedro Sánchez que lo va a hacer muy bien. Es audaz, astuto, perseverante y sin duda saldrá airoso en sus desafíos de gobierno. Se crece en la dificultad.”
Veremos.n

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