Opinión

Aquel profesor de Gante

Con independencia de una repetida preocupación fruto de la certeza de que volveremos otra vez a las andadas, los resultados de las elecciones de Cataluña producen en todos los que seguimos defendiendo la unidad de España una inquietante sensación de entrega. El sistema electoral que adoptó la España constitucional convierte paradójicamente en imposible el triunfo en Cataluña de la franja constitucional, y el reparto de escaños que nos han deparado estos comicios no hace otra cosa que reforzar esta sensación que ya se hace certeza. Ciudadanos, con una líder a su cabeza que responde a todos los parámetros definitorios de un referente social y político ganador no puede, a pesar de su triunfo incontestable, gobernar su comunidad como dictamina y proclama su peso en las urnas. La situación es injusta y manifiesta quizá más que en ninguna otra ocasión, que esta ley d’Hondt que regula el sistema electoral español manifiesta lagunas cada vez más graves. Es cierto que la modalidad está muy extendida y que más de medio centenar de países en el mundo la utilizan. Pero cierto es también que en nuestro entorno inmediato y con independencia de Bélgica -que es el país de nacimiento del jurista Victor D’Hondt inventor del sistema- ninguno la pone en práctica salvo Portugal. Ni Alemania, ni Francia, ni Italia, ni el Reino Unido la usan. Por algo será.
Inés Arrimadas, una pujante política jerezana afincada y casada en Cataluña, fácil comunicadora, directa, próxima, que no se arredra y no se da por vencida, es la incuestionable ganadora de estas elecciones y el personaje que ha logrado aunar en torno a sí los anhelos y las esperanzas de miles de catalanes que no son independentistas y que aspiran a convivir en paz y armonía desfrutando de un territorio privilegiado que lleva años sojuzgado y sometido a la bota de unas fuerzas secesionistas capaces de utilizar los métodos más turbios y las actitudes más totalitarias con tal de imponer un plan de desvinculación que en absoluto goza del favor de una mayoría y que ha convertido Cataluña en una tierra dolorosamente escindida en dos mitades. La derrota de los secesionistas convertida paradójicamente en victoria, condena a la comunidad de Cataluña a retomar de nuevo ese bucle del que no se sale y del que jamás se saldrá mientras sigamos rindiendo culto a la teoría de aquel profesor de la Universidad de Gante al que se le ocurrió un modelo de cálculo electoral que se está revelando como injusto, descompensado e incluso aleatorio.  Y que hará que Puigdemont gobierne desde la cárcel.

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