Opinión

Algo más que una anécdota

El día después de que el Real Madrid goleara al Paris Saint Germain  en su feudo del Bernabéu que encarrilaba una eliminatoria brillantemente completada en terreno parisino, el diario “Sport” de Barcelona titulaba su crónica con aquella hermosa frase final de la película  “Casablanca” pronunciada por sus protagonistas en la ceremonia de despedida: “Siempre nos quedará París”. La pleitesía infame rendida por el periódico deportivo a los colores azulgranas que visten sus señoritos, usó este final de celuloide clásico pleno de esperanza y poesía para desearle al Real Madrid una derrota y una eliminación que, bien mirado, era también sinónimo de solemne cobardía. Un día antes, y durante el partido, TV3 anunciaba a sus espectadores, “malas noticias. Ha marcado el Madrid”  Tal para cual.
Esta doble y  pura anécdota que ofrece de paso la exacta visión del grado de miseria con el que los independentistas catalanes contaminan todo lo que tocan, traspasa la frontera de lo pueril para adueñarse de cosas de mayor trascendencia para  el país que esta espléndida clasificación del Real Madrid. El resultado, al fin y al cabo, nos llena de orgullo a los madridistas pero no tiene por qué ser compartido por todo el mundo. Aunque el Madrid, con ciento dieciséis años de existencia y doce copas de Europa en la vitrina –el siguiente en el escalafón es el Milan que ha conseguido siete-  se merece un solemne respeto por parte de estos medios, esta mamarrachada tiene una trascendencia relativa, y es además ridícula si como se produjo además París, no sirvió de esperanza sino de sepultura para el equipo de casa y los anhelos del “Sport”. Pero ofrece una panorámica del caos mental padecido a estas horas por esta falacia del independentismo al que la Guardia Civil va poniendo en su sitio investigando y demostrando las ocultas razones que motivaron su exponencial incremento. La triste realidad es que los Mossos tenían el mandato de huir con una furgoneta cargada de documento en los que se demostraba que los hermanos Pujol estaban pringados hasta las cejas por el famoso 3%. El martes, el colectivo de empresarios alemanes afincados en Barcelona, abochornó al presidente de la cámara autonómica acusándole a él y sus secuaces de haber devuelto Cataluña a la Edad Media, una abominación por la que tanto este sujeto llamado Roger Torrent como el resto merecían, a juicio de su portavoz, ir a presidio. Torrent es un espantajo que viaja a Bruselas para recibir consignas, pero tiene un cargo. Guardiola, sin embargo, es solo un entrenador de fútbol y no tan bueno. Ignoro cómo el City le permite seguir en el cargo con el dichoso lazo amarillo en la solapa.

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