Opinión

Advertencia a los independentistas

El presidente del Gobierno ha advertido al presidente dela Generalitart sobre lo que ocurrirá si se decide a reabrir la vía unilateral hacia la independencia.  Pedro Sánchez ha dicho en público lo que se desprende que también le dijo en privado a Quim Torra en su visita a La Moncloa, que la aplicación del artículo 155 de la Constitución para intervenir la autonomía catalana no ha decaído, y que no debe interpretar el deseo de dar una solución política a un problema político que aleje la judicialización de la política como un síntoma de debilidad o de desestimiento en la defensa de la unidad de España y la igualdad de todos los españoles.
Lo que los independentistas catalanes parecen no haber entendido es que además de la petición de un referéndum de autodeterminación pactado, un desiderátum imposible, y de una actitud pretendidamente pacífica no es preciso que ellos realicen ningún movimiento que haga dudar de su pretensión de implantar una república catalana. Deseo para el que no cuentan con la mayoría social necesaria, además de hacerse cada vez más patente que para lograr su pretensión no renuncian a la mentira, la manipulación o la utilización de métodos propagandísticos propios de regímenes totalitarios. 
El Gobierno, pese a que pueda parecer que aplica una política de apaciguamiento que no consigue el objetivo de establecer un diálogo que encauce el problema catalán dentro de las vías constitucionales, no hace sino cargarse de razones  para cuando el Govern catalán comiencen a tomar decisiones que puedan ser recurridas. Para ello es preciso que el Parlament catalán, cerrado abruptamente  al comienzo del verano, para no poner de manifiesto la discrepancias entre los propios independentistas, reabra y se coinvierta en el centro de la actividad política catalana, centrada ahora en la agitación callejera, que  se incrementará en el otoño conmemorativo que se avecina, y al que dará el pistoletazo de salida el propio Quim Torra con una conferencia, no en sede oficial, en la que expondrá las tres patas del desafío independentista, movilización, desobediencia y ruptura.  En esta hoja de ruta hacia la independencia el diálogo desempeña un papel secundario  y se minusvalora su sentido cuando va acompañado de la intransigencia y la amenaza.
Otra declaración de intenciones que deberá concretarse y que cuando se produzca tendrá la respuesta adecuada, porque esa es la línea que subyace en la advertencia de Pedro Sánchez para cuando sea preciso aplicarla. Y por mucho que a la oposición le parezca débil la respuesta actual del Gobierno, no hay duda sobre el mecanismo de defensa constitucional previsto.  
A pesar de que el Govern minimiza el clima de tensión que se vive en Cataluña, de los llamamientos a evitar brotes de violencia entre ciudadanos  no se puede negar que existe, que el ejercicio del derecho de unos es una amenaza para otros y que es preciso que se impongan los llamamientos a la cordura. Porque la efervescencia en la proliferación de símbolos independentistas acabará pasando. Ya en otra ocasión el Estado de derecho ha demostrado que tiene suficiente fuerza para superar esa presión ejercida por quienes intentaron subvertir la Constitución y acabaron derrotados.     
 

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