Opinión

A cada uno lo suyo

Joaquín Torra se presentó en Madrid con un mensaje previo en las "redes" sociales "denunciando" la situación "critica que el Estado español ha creado en Cataluña".
La acusación del Presidente de la Generalitat me llevó a hacer un repaso sobre los supuestos agravios que según Torras el Estado ha perpetrado contra Cataluña. La verdad es que no he sido capaz de encontrar ningún agravio pero entono el `mea culpa`, debo de ser yo la que no soy capaz de hilar tan fino como Torra.
Y es que según Torra fue el Estado quién desairó a Cataluña cuando Artur Mas se presentó en la Moncloa para exigir a Mariano Rajoy un "pacto fiscal", es decir un nuevo modelo para la financiación de Cataluña. El entonces Presidente de Gobierno le dijo a Artur Mas lo único que podía decirle: que un "pacto fiscal" a la manera del que disfruta el País Vasco no se contempla en la Constitución. Pero eso de saltarse la Constitución ya hemos visto que para los independentistas es "pecata minuta".
Después de esa reunión Rajoy-Mas o Mas-Rajoy, el presidente de la Generalitatr decidió "tirarse al monte" y se volvió tan independentista que costaba reconocerle. Pero claro esa "conversión" de Artur Mas fue por culpa del Estado. Y yo sin enterarme.
Claro que tampoco fui capaz de comprender que cuando el 6 de septiembre de 1917 el Parlamento catalán aprobó una ley para convocar un referéndum sobre la independencia de Cataluña, eso también era culpa del Estado. Y miren como estoy de despistada que tampoco sabía que la celebración del referéndum ilegal el 1 de octubre del 2017 fue por culpa del Estado. Como tampoco me percaté de que la declaración de independencia de Cataluña llevada a cabo por el Parlamento catalán el 27 de octubre del pasado año también hay que achacárselo al Estado.
En fin, que resulta que todos esos despropósitos no han sido liderados por los líderes independentistas sino por el Estado, de ahí la situación critica que vive Cataluña.
Verán, estoy entre quienes creen que Mariano Rajoy y su gobierno podría haber intentado buscar alguna salida política al desatino de los independentistas catalanes, pero tampoco estoy segura que hubieran podido conseguirlo, porque una vez que se puso en marcha la "maquinaria" para encaminarse hacia la independencia y una vez que los líderes de Ezquerra, que iban de "sobrados" y se han pasado de listos, y los hombres de Artus Mas, Puigdemont y compañía decidieron ponerse en manos de la CUP (ya ven, los burgueses más rancios subordinados a un movimiento anti-sistema) era difícil sentarse a negociar nada sensato.
Que el Gobierno de Rajoy pudo hacer más, sin duda, pero que sus interlocutores ya no estaban en la dinámica de la negociación sino la de hacer estallar la situación por los aires, también.
Ahora, en la PDeCAT y también en algún sector de Ezquerra, intentan deshacer parte del camino recorrido, no por convicción sino porque se han dado cuenta de que se han metido en un callejón sin salida, amen de que les viene bien hacer una pausa para coger impulso. En cualquier caso ahora hay disidentes entre los independentistas y eso es una buena noticia.
Pedro Sánchez hace bien en intentar aprovechar esas brechas de disidencia para intentar encarrilar la situación en Cataluña, pero les confieso que me ha producido inquietud escuchar a la vicepresidenta informar sobre la reunión entre el Presidente de Gobierno y el de la Generalitat.
No se puede "premiar" a quienes han intentado dar un golpe de Estado. Es decir, bienvenidos sean de nuevo los independentistas a la senda de la Constitución, pero eso no implica que se lo tengamos que agradecer ni mucho menos premiar. Y eso es lo que no me ha quedado nada claro después de escuchar a Carmen Calvo.
Por lo demás, insisto en que es una buena noticia que el Gobierno intente normalizar las relaciones con las instituciones catalanas e intentar solventar las desavenencias por la vía del diálogo.
Se abre una nueva etapa que puede suponer la vuelta de la normalidad en Cataluña. Ojalá salga bien.

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