Opinión

En 1938 hubo la guerra de los mundos, y uno sin nacer

Si el alboroto fue en el 38, servidor estaba rebajado de todo servicio,  por la sencilla razón de que no había venido a este mundo, menos a los mundos de la guerra.  Me  faltaban entre un trienio y un quinquenio, sí, cuatro años. No me felicite todavía, que hasta el primer trimestre de 2018 no llegaré a una edad todavía mas provecta. Que dicho así, sin el auxilio de un diccionario, se trata de que es uno mas antiguo que el chotis y corre el riesgo de tener mas edad que el bíbilico Matusalen y la folklórica La Chelito. A ver quien sabe sumar hasta donde estos dos dan, hace él una aportación notablemente superior. Según mi “Nácar Colunga” llegó nada menos que a 969 años. Quizá Noé le superó, si sumamos a su edad la de una pareja de cada especie animal que había entonces en la Tierra. El arca da para mucho, desde la de Noé a un sinónimo de caja para guardar algo y Agustín Arca, un concejal democrisiano de la Transición en Vigo.
El 38 es también un arma. Tal cual  lo he visto lo transcribo:
“La cifra que caracteriza al  `calibre´ indica, en centésimas de pulgada, el diámetro interior del cañón antes del estriado. Esto  `significa´ que un cartucho de `calibre´.380 inglés corresponde a uno `38´ norteamericano. Wikipedia es la informante.
Descubrimos lo que hasta ahora hemos tratado con discreción, me refiero la “guerra de los mundos” del titular de hoy. Supongo que todos los diarios de España anunciaron el sábado 30 del septiembre que nos trajo el otoño, de 17.30  a 20.00 la película “La guerra de los mundos”. 
Dos nombres van a bailar en la superficie de papel de “Atlántico” dedicado a este “Entrar a por uvas”. A uno de ellos le falta una e en su apellido, solo esa vocal para poder tener acceso al parentesco  con el otro. Sus apellidos son o fueron, porque están en el más allá o en el otro mundo, no el de la mencionada guerra de los idem. Poner a batallar  a una sección de nuestro planeta requirió la participación estelar de Donald Trump y Jong-un, el líder de Corea del Norte, que parece “haber perdido el norte”. Si fuera haber perdido uno de los puntos cardinales, tranquilidad que aun le quedarían tres. Para mi que perder el norte es abandonar por el camino cuando vas tras un objetivo que para ti  vale la pena. 
Estos dos personajes, el blanco imperialista y el amarillo que quiere llegar a serlo, tienen sus papeles en una película poco vista, con el oportuno título de “Locos sueltos en el zoo”. ¿Dónde si no, especialmente el corea-no, palabra truncada, como su  Jong-un, que quedaría mejor al menos para los occidentales como Un-Jong. Según el “Diccionario de la lengua española”, su edición del Tricentenario de la “Real Academia” chino es el  natural del país que servidor califica como “el mayor producción de naranjas de la China”. Cada cual, si se le antoja, que busque el significado de unas sílabas que chorrean zumo. También se puede entender chino como “Colador en forma de embudo”.
 Ahí está el tal Jong que se niega a que haya  un mundo en paz, con la ayuda de sus coladores, de los misiles que provocan reacciones como aquella de: “No, en el culito no, no pega papi al nene”. Jong-un tiene 34 años, según he oído, y a lo peor, por ser joven, no tiene todavía el uso de razón. No se puede usar lo que no se tiene, ni siquiera ante Donald Trump, que es mas de lo mismo.
Los de la e diferenciadora  son Welles y Wells. Al primero parece que le conocemos mas, para mi, una sola película suya vale por toda la filmografía de otros. Me refiero a “Ciudadano Kane”, y no porque de la A a la Z esté inmersa en el mundo del periodismo; norteamericano, faltaría mas.
El otro, el que se quedó sin la segunda en su apellido cuando le bautizaron, si es que pasó por la pila bautismal. Según “Biografías y Vidas” fue “(…) narrador y filósofo político de nacionalidad inglesa (…). Alcanzó prestigio con la  novela científica y allá por 1895 publicó la primera de tal estilo. Dice la citada fuente:  “(…) `La máquina del tiempo´, en la que el inventor de la máquina puede viajar hacia el pasado o el futuro con un sencillo movimiento de palanca (…).
Como en nuestro país se crea un órgano burocrático como se hace un barquito de papel, alguien llevó a la parrilla de TVE1  el semanal  “El Ministerio del tiempo”. El  lunes 16 de este mes se emitió la obra que tiene la misma filosofía que la de Wells. Entre los que han visto esa producción y conozco, son mayoría los que no repetirán.
En 1938 se unieron los nombres de Wells y Welles el primero autor de la novela “La guerra de los mundos” y el segundo su adaptador para la radio. Además, Orson fue actor, productor y director de la obra. En el citado año, según Infobae “(…) buena parte del público creyó que lo que estaba escuchando era cierto (…) Aquel 30 de octubre de 1938, en víspera de la `Noche de brujas´(Halloween), le tocó el turno a `La guerra de los mundos´”. El lío fue antológico, con no pocas personas que incluso habían visto a los extraterrestres. Permítame la concusión de que el terror se vistió de yanqui.

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