Cartas al director

seres humanos de laboratorio

A mediados del pasado siglo XX el novelista inglés Aldous Huxley publicó una novela de ciencia-ficción con el título de "Un mundo feliz" que era, por su contenido fundamental y las posibilidades  que anticipaba, realmente inquietante y estremecedora. Se trataba esencialmente de que el Estado de un país indeterminado había logrado no solamente producir seres humanos en laboratorio, sino programarlos para que cumplieran en su vida aquellos cometidos para los que habían sido producidos, cultivados y programados. Naturalmente todo era ciencia-ficción porque, aunque al finalizar el mismo siglo XX se ha conseguido la producción de seres humanos en laboratorio, mediante la llamada "fecundación in vitro", la posibilidad de dotar a los seres humanos producidos de este modo  de un mayor o menor grado de inteligencia y de programarlos adecuadamente para que respondan a un determinado modo de ser permanente, no parece que esté al alcance de las posibilidades del ser humano.
Efectiva y desgraciadamente, desde finales del siglo XX ya se pueden "producir seres humanos en laboratorio", con independencia de la intervención natural de sus padres biológicos. En España se denomina "Ley de Reproducción asistida". Sin embargo, a ningún investigador se le ha ocurrido acometer el segundo paso de esa producción que consiste en la gestación, tal vez porque esa acción, aunque fuera posible conseguirla, resultaría antieconómica, y es indudablemente más barato que  lo haga una mujer que ha sido dotada por su naturaleza para hacerlo, sin necesidad de grandes  gastos en instalaciones.
Desde el punto de vista de la dignidad humana, esta ley de reproducción asistida es una inmoralidad, porque es privar de la vida a un numeroso grupo de embriones humanos para satisfacer el egoísmo de unos padres que no pueden tener hijos, lo cual es lo mismo que abortarlos antes de nacer, incurriendo en una especie de eugenesia prenatal, lo cual es una gravísima injusticia.