Cartas al director

Enfrentarse a la secesión de Cataluña

A lo largo de la vida de los hombres y de los pueblos, surgen constantemente conflictos, dificultades y problemas diversos a los que hay que enfrentarse cuanto antes, pues de lo contrario tienden a agravarse cada vez más haciendo muy difícil resolverlos y llegando en ocasiones a hacerse imposible el conseguirlo.   


Desde el punto de vista de la unidad territorial y política de España, el secesionismo de Cataluña es un mal porque pretende romper esa unidad, conseguida tras muchas luchas y avatares en nuestro país a lo largo de la historia. Ese independentismo ha alcanzado cotas muy elevadas como se ha demostrado en las últimas elecciones catalanas  del 27 S, llegando al 48 % de los electores.


Esta cota tan elevada de catalanes que optan por la separación no se ha producido de la noche a la mañana. Se veía venir desde hace mucho tiempo, con la inmersión lingüística, la erradicación del castellano-español en las escuelas y en la vida pública, las embajadas-representaciones comerciales en tantos países extranjeros, etc. etc. promovidas por el partido independentista CDC con el presidente Pujol a la cabeza, apoyado en estos últimos años por ERC.


Ante esta evidencia, originada principalmente por el traspaso de la competencia de Educación a la Comunidad catalana, ésta encontró el terreno propicio para aleccionar a los niños catalanes en el independentismo y el odio a España. Esos niños se han hecho adultos y están cerca de alcanzar más del 50 % de la población, imponiendo a los catalanes no independentistas el ser ciudadanos de segunda, en una deriva totalitaria, cada vez más agudizada y tiránica.


Y, ¿qué han hecho los gobiernos de España para detener y revertir ese proceso constante que se ha producido durante más de 30 años, de desprecio a todo lo español y a todos los catalanes que se sienten también españoles? Poco menos que nada, al contrario, han tratado siempre de contentar, pactar y aceptar de buen grado las decisiones y las medidas independentistas de los gobiernos de Cataluña, pensando que así se considerarían comprendidos, satisfechos y no exigirían o pondrían en marcha más medidas  secesionistas como una Agencia Tributaria Catalana, una Sanidad, una Justicia catalana y otras muchas.
Actualmente el mal se ha hecho muy extenso y grave, la metástasis independentista es muy difícil de detener y sus consecuencias ya están influyendo negativamente en la tolerancia y convivencia pacífica de demasiados territorios de nuestro país con el resto de España.