Cartas al director

crisis de la conciencia democrática

n n n Decía Steve Biko: “la mejor arma en manos del opresor es la mente del oprimido”. Hoy en día estamos ante una situación en la que el miedo a perder supera al anhelo de conquistar mas derechos. Del miedo siempre se ha aprovechado la oligarquía haciendo de este sentimiento su mejor arma para someter al pueblo y en una época como la nuestra en la que los que mas tienen controlan el modo en que nos llega la información hace que su capacidad de influencia sobre el pensamiento de los ciudadanos sea el mayor enemigo de la democracia.
La indignación que sufrimos ante las noticias de cada día forma un tandem casi esquizofrenico en nuestro estado de ánimo con el temor a que eso mismo que vemos que le pasa a los demás nos suceda a nosotros, y en esa pugna entre la empatía y la cobardía siempre gana la segunda cuando a nuestra mente nos viene la frase de podría estar peor.
La concepción de la democracia está tan alterada por la oligarquía que llegamos a un momento en el que la confrontación de dos documentos organizativos en una organización política se entiende como una lucha de poder y no como un debate sano y democrático, o el querer utilizar urnas para que un pueblo elija su encaje territorial se perciba como una cuestión anticonstitucional aunque, paradojas de la vida, nadie duda de que la democracia se trata de que la gente vote.
La democracia está lejos del ideal establecido donde las ciudadanas y ciudadanos participan activamente en las decisiones importantes de su país quedando relegadas a votar cada cuatro años donde la elección se establece entre una suerte de empresas que tienen en su poder los hilos de los partidos tradicionales (PPSOE y PP 2.0 también conocido como C's) que actúan cual peleles del sistema pseudo-democrático instaurado por los que no se presentan a las elecciones pero, que sin embargo, gobiernan y donde los 4 años de gobierno equivalen a una campaña infinita en donde la sinceridad escasea y los casos de corrupción abundan, ante una poder judicial que se encuentra atado de pies y manos convirtiendo la separación de poderes en una cuestión mitológica.
Las clases dominantes mas rancias de este país se han encargado de que el miedo invada a las clases populares, silenciando a una mayoría y enmascarando su dictadura oligarquica como una supuesta democracia, donde la soberanía nacional no reside en el pueblo como así dicta la Constitución en su artículo 1 y sí reside en las grandes empresas, secuestrando así uno de los derechos sobre los que se cimentó el régimen del '78.
Ante un hecho de tal magnitud, en el que la oligarquía no solo está saqueando los derechos conseguidos después de tantas luchas sino también que está despojando a muchas personas su dignidad, nuestro deber como ciudadanas es levantarnos de este largo letargo para reclamar lo que nos fue expropiado que no es otra cosa que la democracia.
Después de esta reflexión, me surgen varias cuestiones ¿Es la democracia anticonstitucional? ¿Es la Constitución antidemocrática? ¿Tenemos una democracia real o manipulada para entender el oligopolio como democracia? ¿Debemos abrir un proceso constituyente participativo o debemos conformarnos con un lifting constitucional cada 30 años? 
Son muchas preguntas que nos darían para un debate muy profundo y que sin duda tarde o temprano deberíamos tenerlo.