Cartas al director

¿Somos una sociedad amoral?

n  n  n La pregunta viene al caso sobre el debate acerca de la conveniencia o la inconveniencia de repatriar a dos religiosos enfermos de ébola. Una parte apreciable de la opinión se muestra en contra, y se justifica con la posible extensión del terrible mal entre nosotros, puesta de relieve con el contagio de la auxiliar que ahora mismo está gravísima. Dicha señora se ofreció "voluntaria", cumpliendo un deber de humanidad y de profesionalidad a atender a los dos religiosos enfermos que atendieron los más "desfavorecidos" y humildes, cumpliendo con el espíritu de la Orden de San Juan de Dios, la cual desde su fundación se dedica a la piadosa y humanitaria labor de asistir a los pobres más necesitados de atención médica. Por otra parte, el Gobierno español está obligado a repatriar a aquellos ciudadanos en "estado de necesidad" que así lo soliciten, y ha firmado tratados internacionales en dicho sentido.
La verdad es que hacer un drama de la ejecución del perro de la auxiliar de clínica enferma, por vía preventiva, mientras se ignora o se hace omisión del valor, abnegación y amor a sus semejantes de los dos religiosos fallecidos y de la auxiliar agonizante en estos momentos, debería servir para hacernos recapacitar sobre el rumbo que, como sociedad avanzada occidental, llevamos hacia un egoísmo terminal, sin fisuras y sin animo de piedad hacia personas que se han jugado la vida por amor a sus semejantes. 
Y tampoco estaría de más meditar acerca de la actitud del "democrático" Occidente, cuna y patria de las libertades universales, que estuvo ignorando sin animo de preocupación la muerte de miles de habitantes del tercer mundo, víctimas de una plaga inclemente y exterminadora, que ahora se apresura a buscar el antídoto cuando el implacable dolor de una posible plaga llama a las puertas del primer mundo. Eso se llama acordarse de Santa Bárbara cuando truena.