Cartas al director

Paseando palos

En algún momento, un buen artista se decidió a tallar sobre algún noble material como madera, hierro o piedra figuras de los llamados santos e incluso del que el pueblo acabaría llamando hijo de Dios.
Por estas fechas y gracias a que las mentes tienen un empuje muy motivado no pueden por menos que pasear por las calles dichas figuras que representan para cada individuo lo que cada uno quiera creer pero no dejan de ser simples trozos de madera, eso sí, bien barnizados y engalanados con múltiples y diversos abalorios. Cuesta creer como ciertas masas se dejan llevar por la popularidad que algunas cofradías han conseguido crear a base de cada una ir metiéndole importancia, que de no ser así pasaría desapercibida.
En cada sitio aunque el protagonista sea el mismo parece que fuera exclusivo, de hecho en cada lugar le llaman de forma diferente, por lo menos deberían de unificar criterios si no da pie a creer que cada uno lo ha hecho a medida de sus necesidades.
En muchos casos de romerías de diferentes santos las prerrogativas van encaminadas más bien como si el alabado tuviera una agencia de empleo. Los devotos apoyándose en algo etéreo y con lo que su mente aporta, trasladan lo que pudieran ser beneficios espirituales al simple materialismo, a veces los fieles crean tal folclore que suena a cachondeo. Todo con la ayuda de su mente que es muy poderosa, pues otra cosa no hay. 
No será que les puede cierto morbo de representar una situación que por fatal no puede ser nunca superada. La vida necesita más representaciones de alegría que de tristeza, y despojarse de ataduras a los mitos que fuera de lo que cada uno quiera creer son insustanciales. Tanto la historia como los hechos cotidianos a día de hoy confirman que las masas son víctimas de los diferentes mitos a los que profesan con inconsciente ceguera, sea cual sea su religión.
Porque la gran historia jamás contada no es más que un relato que para sostenerse necesita de fe, pues no cuenta con base científica, siempre tendrá encima esa gran incógnita mientras quienes podrían desmontar el cuento no se bajen de su estatus, se puede esperar que después de lo que les ha costado montar todo, no se van apear fácilmente del carro que tanto les ha reportado. 
Entretanto seguiremos viendo pasar entre capirotes las buenas tallas del artista de turno, que aunque algunos le quieran dar una importancia celestial, no dejan de ser simples palos.