Cartas al director

Ella

Ella salió a la calle sin saber que hacer, sin saber que hacer de su vida ya que las cartas le han llegado mal dadas, ella busca en la calle lo que la vida no le da, trabajo y pan.
Con la vergüenza propia de un ser que pide y no conoce la profesión, se va acercando a los viandantes que han madrugado, esos seres que aún con los ojos a medio abrir van caminando al trabajo, siendo siempre los primero en pisar la calle, siendo siempre los que despiden la noche.
Pasan y no responde a la solicitud de “una limosna por favor”, así Ella va haciendo la calle de una esquina a otra, siguiendo la sobra de los viandantes, esos que no tienen tiempo para parar, ni tiempo para ella. Un viandante con prisa por llegar a su trabajo, con prisa por vivir el día y su propia vida, la ve y en lugar de ser Ella la que pide, es él el que dirigiéndose con la mirada clavada en sus ojos negros,  negros como su vida, le da la mano y en ella un billete doblado.
La mano porque Ella es su prójimo y como tal la mano es lo mínimo que puede dar, el billete doblado, porque no es limosna, es parte de su vida, vida que en un momento le han regalado y siente necesidad de repartir con el prójimo, como un día él tuvo esa necesidad.