He leído una misiva, una arenga carente de contenido político y social, si no fuera porque el remitente reside en el Morrazo, en Moaña, semeja a una homilía de Rouco Varela, Blas Piñar y los que añoran al dictador Franco.
Hoy se cumplen 40 años de la actual Constitución, y probablemente susceptible de ser actualizada. No obstante, hubo quienes en pro de una estabilidad social y económica, apartando ideologías y banderas se pusieron de acuerdo.
No merece, por falta de contenido, analizar y mucho menos dar respuesta a insensateces que provocaron un Golpe de Estado en 1936 y una payasada en 1981.
Es evidente que los extremismos de derechas e izquierdas han provocado y provocan sufrimientos al colectivo ciudadano en el mundo a lo largo de la historia. También los fanatismos y las religiones y credos absolutistas.
Hay libertad de expresión y democracia en España, en Europa, pero también están proliferando viejas ideologías que creíamos desterradas en 1949 con la caída del nazismo.
La diferencia entre los políticos que gobiernan con absolutismo, sea de tendencia neoliberal o comunista, con respecto a otros que su mensaje está originando a una social democracia, poniendo al servicio del bienestar de la ciudadanía y no del mandato de la oligarquía es claro. Siempre lo ha sido.
Es ignominioso que haya quienes en estas fechas navideñas, asistan a la Eucaristía, a misa de 12, y pongan en duda el mensaje del fundador de la Iglesia Católica, también el de Francisco, el Papa argentino.
El Nacional Catolicismo está muy a la derecha del fundamento inicial y de la doctrina social. Se han derramado a través de la historia litros de lágrimas y sangre por defender ideales.
El socialismo moderno español, gallego y en el mundo, no mata, no fusila como lo hacen los dictadores y democracias que algunos las tienen como ejemplo y aplican la pena de muerte.
El pueblo no es tonto. La política es práxis y actuará en consecuencia, caiga quien caiga.
