Cartas al director

Irremisiblemente Podemos se desmorona

 En opinión de diversos intelectuales, son legión los dirigentes de partidos de izquierda, quienes a lo largo de su carrera política experimentan un permanente deslizamiento hacia la derecha en cuanto a tendencias y perfiles se refiere. Tal hábito y no otro es lo que le ha ocurrido a Pablo Iglesias, si bien nadie esperaba, incluido el mismo, que tal evolución se produjese con tal celeridad y crudeza. Fenómeno que ha situado en estos últimos días al partido al borde de la descomposición y en caída libre.
La indignación interna de ciertos dirigentes con Iglesias y más concretamente de este último con Iñigo Errejón, ha propiciado que el ambiente se enrarezca hasta grados insufribles. Los líderes territoriales, incluso los más vinculados a Iglesias, piden que haya más unidad y negociación con el ex número dos del partido, todo vez que de lo contrario Podemos se convertirá en un aparato de eliminar gente. Iglesias y Errejón están condenados a entenderse, toda vez que en caso contrario, Podemos pasaría a militar en la irrelevancia política.
Tratar de mantenerse actualmente con un proyecto ideológico trasnochado resulta utópico. El abandono del partido por parte de Errejón y acudir a las elecciones con la plataforma de Carmena, ha supuesto un golpe muy fuerte e ines-
perado para Iglesias, que reconociendo que las relaciones entre ambos políticos no eran cordiales, tampoco llegaría a la sangre al río. Las siglas de Podemos se están deteriorando por momentos, nada que ver con lo que representaban en los primeros años como adalides de la regeneración nacional con sus durísimas criticas a la “casta”, que a la larga y como se ha demostrado no obtuvieron los resultados esperados, sino más bien todo lo contrario.
El endiosamiento de Pablo Iglesias provocó que el número de disidentes polemistas creciese en progresión geométrica debido a la inoperante soberbia del líder más el abandono de militantes de izquierda unida, como igualmente se fueron deteriorando las relaciones con las distintas confluencias, algo parecido a lo que sucedió con los famosos “círculos” en los cuales se respiraba dura democracia, lo que fortalecía la vinculación de las bases con la dirección del partido para terminar como un pobre “circo”, a lo que habría que añadirse la reciente renuncia de Ramón Espinar, quien incluso ha presentado su dimisión como senador, algo que ya ha ocurrido con otros que miembros de la organización que no desean competir electoralmente con Errejón. 
A este ritmo y con las próximas elecciones autonómicas, municipales y europeas a la vuelta de la esquina, la caída de Podemos puede resultar monumental, para la izquierda en su conjunto, y posiblemente una buena noticia para España. El vincularse con el separatismo catalán tampoco parece un gran acierto. Por el momento, para la mayoría de la ciudadanía, el trocear la soberanía nacional tampoco constituye ningún acierto.
Si a tal escenario se le añaden cosas tales como la adquisición del famoso casoplón de Galapagar con todos los lujos que ello implica, Podemos terminará convirtiéndose en partido testimonial. ¡Tiempo al tiempo!