Cartas al director

Bronca

A lo largo de toda mi vida, la verdad es que he recibido muy pocas broncas, tanto en familia como en la vida civil. De la militar salí con solo cuatro días de arresto a Batería, y la culpa fue del amigo que me arrugó la sabana al poner encima una caja de su taquilla. Que solo  cumpliese  dos días es otro asunto. Y no consiento que me digan pelotas. En absoluto, que no los soy.
Pero el otro día, saliendo de la siesta un poco enredada y enredado, mi hermana me mandó a que fuera a la fuente a por agua, como su acompañante familiar en el Clínico de Santiago. En lugar de tirar en el inodoro la poca agua que tenía en la jarra, le eché en la fuente misma. Prohibición que consta en un letrero y en un comic colgado de la pared. Una enfermera me vio y, acercándoseme, puesta en jarras, pierna atrás atravesada, postureo típico de marujas, no solo me llamó analfabeto -por no saber leer-, sino también cegato -por el letrero y comic expuestos-, gafas colgadas al pecho bien visibles. No sé cuál de los dos, analfabeto o cegato, me gustó menos y me dolió más.
No hay mal que por bien no venga. Y después de varios días ya he llamado a capítulo a varios señores y damas con gesto adusto y encorajinado, postura también de postureo, si no saben leer o tampoco ven el letrero. Que es por el bien de todos y todas, pues vete a saber si luego no beberemos esa misma agua que ahora allí vertemos.  Les juro que me he desquitado. Y bien que me he desquitado. Es como si echara de dentro algo que me oprimía muy fuertemente.
Pero ayer mismo he dejado ya de ser policía del Clínico. Delante de mí estaba un señor que viéndole hacer lo impropio e inadecuado, le deje hacer y nada le dije, pues en un corrillo oí sin querer que estaba esperando ya el traslado de un ser querido a la terminal (sic) vulgo cuidados paliativos. Sentí lastima y pensé que no tenía sentido alguno y además quién era yo. Cuando me fijé en él comprendí que bastante más, muchísimo más enredado en sus pensamientos y penas estaba que yo de mi siesta. Y bastante penitencia tenía ya.