Cartas al director

Alzheimer

n  n  n Ahora le cuento a ustedes lo que acabo de recordar, despues de tantos años de tener olvidada esta palabra. Sé que estas cosas nos suceden a la mayoría de las personas de mi edad. Pero en estas fechas en que la melancolía y los recuerdos van y vienen, sin compás alguno, a su libre albedrío, se me plantó de repente.
 Pero yo ya no le doy importancia ninguna, pues no pasa nada, y si pasa, tampoco importa mucho. Es decir nada en absoluto. Las cosas o hechos a esta mi edad, tienen la importancia que le damos. Y yo, cada año que pasa procuro darle la menos posible. Lo demás es adentrarse en la filosofía melancólica, es decir, un peligro. Ya hace pocos años solía acudir a duplicar por mi cuenta las pastillas para la menoría, que aparte podían ser un peligro, pero ni por esas. Ahora, recientemente, me dejo llevar e incluso me alegro.
Viene esto a cuento que hace unos días, entre años, para ser precisos, haciendo uno de los crucigramas diarios me saltó repentinamente, explotando,  la palabra BESANA, producto de un comentario de texto juvenil. Y me reí y me alegré sobremanera por “volver” a ocupar su sitio en mi mente. La otra, la del crucigrama era MESADA, palo de proa. Por asonancia o asimilación, ¡equilecuá!,  ¿me entienden?
Esta palabra la leí y conservé en mi memoria desde mi juventud, no me digan por qué, porque no lo sabría explicar. Me quedó gravada durante muchos años. Y solía recordarla de cuando en vez aunque no viniese a cuento. Gravada quedó como el Avemaría. Horrible es ver una imagen mental sin su nombre.
Les consiento que se rían o incluso carcajeen de mi alzhéimer pero lo que no puedo permitirles es que digan que es normal. No eso, no. Ya  bastante tengo con tener que ir, cada dos por tres, al tanatorio, a ver quien ha sido ese vecino de tal parroquia, con las pesadillas correspondientes,  por más que me digan toda su filiación familiar o política. Necesito ver su rostro. Algún que otro chasco ya me he llevado al tener que darle el pésame a un hermano o un hijo. Y eso a pesar de los censos municipales de habitantes que he hecho. Que este es otro motivo de otra carta o consideración. Ya lo creo. Si les contara algo de aquellos de hace cuarenta años tampoco me creerían, pero menos mal que en papel han quedado archivados.