Cartas al director

El Papa y Trump

Me cae bien el Papa: es un tipo amable, culto, sincero, cercano, y rezuma empatía allá por donde pasa. Al menos así me lo parece. El presidente de los Estados Unidos no me cae tan bien, quizás porque es todo lo contrario: un bravucón, maleducado, arrogante y además, como él mismo dice, no lee libros, demostrando su ignorancia allí donde se presenta. Hace unos días se reunieron ambos en el Vaticano, en una ceremonia de cortesía impostada difícil de superar. Sus semblantes ya ilustraban el engorro de la situación y sus abisales discrepancias. Hablaron, entre otras cosas, de inmigración y del cambio climático, y supongo que Donald no se encontró muy cómodo entre los serenos argumentos del pontífice. Pero sin duda el momento más desagradable, lo tuvo que pasar Francisco al pedirle al norteamericano que fuera un “instrumento de paz”. Supongo que muchos sapos se tuvo que tragar para rogarle algo así a un hombre que venía de facturar la venta de armamento a la monarquía wahabita de Arabia Saudí por valor de 110.000 millones de dólares.