Cartas al director

CARTA ABIERTA A LETICIA SANTOS, ALCALDESA DE MOAÑA

Quien la suscribe es un vecino de este pueblo que vd. tiene el honor de ser su alcaldesa, y yo, un vecino más que siente y padece las aberraciones desgraciadas que hoy vive Venezuela, que para nada tienen justificación, como no sea el  hacer comparsa mediática de una tragedia humana, la que parece ser  que vd. comparte y apoya la misma y aquella represión salvaje e inhumana que practican sus amigos que involucra y tiene atrapadas a más de cien familias moañesas las que vd. ignora y también desprecia.


Lo sucedido el día 14 del presente mes en el salón de plenos, es un episodio más que enturbia su mandato, al actuar vd. como la presentadora de un relato denigrante y vergonzoso, que hoy promueven en nuestro país, los enemigos de nuestra democracia, para en un ejercicio populista de engaño y traición, avalar a quienes desprecian la voluntad del pueblo venezolano y pretenden seguir el ejemplo de Cuba y Nicaragua, cuya pretensión final es instalar en la España actual una réplica de aquella revolución bolivariana que sabe y le consta, fracasó estrepitosamente en Venezuela, y que en quince años, arruinó en lo económico, social y político al país más rico del mundo. Pero de una forma irresponsable los grupos de extrema izquierda, sus confluencias y el nuevo frente popular, siguen intentando ocultarlo, con actos como este. Son conscientes de las dificultades que entrañan sus sueños y delirios para llegar y asaltar el poder en España, y a esta desesperante maniobra, se están hoy uniendo muchos alcaldes y que, del cambio lamento profundamente que vd. forme parte de esa lista. No puedo creer que el disfrute de sus merecidas vacaciones y su luna de miel, en Cuba la hubiera contagiado de este virus que amanecerá y veremos que nos traerán.
Ignorar y llegar a descalificar las manifestaciones pacíficas que hoy se desarrollan en Venezuela tildando a los valientes opositores de fascistas o lacayos del imperio americano, es una réplica al carbón de lo que Cuba ayer impuso y hoy trata de repetir en Venezuela, la que ya tiene subyugada y tomada por asalto, y me llena de tristeza que esa misma cantinela, se esté repitiendo en la España democrática que vivimos y disfrutamos, con todas las garantías políticas. Y es contra la falta de las mismas, que se revela aquel valiente pueblo protestando pacíficamente en la calle, para rescatar su democracia y libertad. Pero recibe como respuesta y que conciliadora, una salvaje y desproporcionada represión, que ya tiene su balance alarmante y preocupante. En los dos meses  de protestas, ya se contabilizan, setenta muertes violentas, miles de heridos y miles de presos que viven y sufren los más aberrantes métodos de represión, condenados por el mundo libre y los derechos humanos, que unidos a las expropiaciones injustificadas y  saqueos continuados de sus colectivos, fabricaron una situación insostenible, e imposible de ocultar. Máximo cuando todos los organismos internacionales y el mismo Papa Francisco, amigo de las izquierdas y avalador de muchas de ss triquiñuelas. Se dio cuenta del engaño sufrido y así se lo manifestó públicamente a los obispos de Venezuela esta semana.


En su arengue desproporcionado  alarmante señora alcaldesa y ante un nutrido grupo de sus fans, que entre ellos me encontraba, le faltó algo muy  importante para sus vecinos emigrantes y hoy algunos retornados a la tierra que los vio nacer y crecer. Esos esperábamos de vd. algo más que alabanzas, hacia quienes los están maltratando, allá y aquí, quiero referirme a los casi cuatro mil gallegos que allí trabajaron y cotizaron al IVSS y son jubilados y pensionados, que por distintos motivos hoy retornaron a su querida Galicia, ya tienen dieciocho meses que ese maravilloso régimen no les paga su pensión. Y a día de hoy nadie en la embajada o consulado les da explicaciones, hacer política y no dar espectáculo, las dos parecen la misma cosa. Pero son distintas y distantes, si leemos el libro de Enrique Tejera Paris, Venezuela y el Dios de los borrachos, nos daremos cuenta de la diferencia y el error que se comete con nuestros emigrantes por el mundo, que no todos son escuálidos, son en su gran mayoría, humildes emigrantes que llevaron en sus alforjas, la ilusión del trabajo y la esperanza de algún día, poder disfrutar de sus sacrificios lo que está revolución de fantasía les está negando, sin justificación alguna. El silencio es un síntoma de complicidad, el aviso más preclaro se lo da un amigo periodista en una columna muy leída y amiga, Ronpeolas.