Cartas al director

El PP ante su incertidumbre busca la regeneración

El paso dado por Mariano Rajoy ante los desconcertantes acontecimientos de Madrid, van en la buena dirección para recuperar una buena parte del electorado, extraviado momentáneamente por todos los casos de corrupción que nadie quiso atajar en tiempo y forma. Esa pandemia fue extendiéndose por su estructura partidista sin que las autoridades competentes hicieran algo por atajarlo. Quienes se atrevieron a denunciarlos, unos de traidores y ambiciosos, otros pasados al Tribunal Disciplinario, sin las garantías correspondientes. Mientras la estructura y dirección del partido, veían para otro lado. Y simultáneamente  era tomada por asalto, por aventureros y sus cómplices, para hacer sus turbios negocios. Hoy es vd. quien con su autoridad moral y ética, dijo alto y claro. Se terminó la fiesta y administremos la resaca que viene. Si de verdad queremos rescatar al PP, esta pandemia destructora...
No cabe duda que la corrupción es la plaga más dañina para la democracia. Sus distintas formas son la antesala destructora de una descomposición social que abarca lo económico, moral y ético. El querer confundir a los ciudadanos con la retórica de la tinta del calamar, o el tu más, ya no tiene sentido y solo nos conducirá a una sociedad de cómplices, que nos lleva a la pérdida y destrucción de la credibilidad política y sus respectivos partidos, que son el sostén de nuestra democracia. El autoengaño populista y su divulgación mañana, tarde y noche en algunas Tvs, de su entorno mediático, considerándose con licencia para el linchamiento público, al margen de la Justicia. Ya confundieron a muchísimos votantes, y solo la intervención de la Justicia y la regeneración de la política, nos podrá sacar de este atolladero, y devolverle a la sociedad la credibilidad necesaria y oportuna para seguir viviendo en democracia.
Las amenazas que hoy penden sobre los dos grandes partidos, PP y PSOE, el uno con Ciudadanos y el otro con Podemos. Es el fruto de sus desviaciones ideológicas y la corrupción, que los asoló, durante años, sin que las respectivas estructuras políticas, se percataran del peligro que ello acarreaba. Hoy observan como sí existe y es latente y perjudicial para sus propios intereses. Y nunca será tarde para reaccionar y regenerarse y no esperar a que otros y con muy malas intenciones les obliguen a sucumbir a su secuestro ideológico, ya en marcha hoy desgraciadamente.
Quienes ya vivimos una tragedia muy similar en Venezuela, con dos partidos idénticos, solo nos queda como consuelo, el contárselo. Sus consecuencias están a la vista, con también lo que pudo haber sido y no fue. Su desaparición de la escena política es un  hecho contrastable y el daño estructural a su país, incalculable. Estamos a tiempo de evitar que se repita en España hoy, Sr. Presidente, los frentes ya son hoy muchos y delicados. Dependerá de su valentía y decisión, ya lo probó en lo económico con resultados irrefutables, hágalo en lo político y social, limpiando el PP de aventureros y haciendo una revolución en sus entrañas. Vd. dio el primer paso, no se detenga, faltan algunos más, entre ellos, escoger a quienes lo acompañarán en esa travesía del desierto. Hoy iniciándose y que hará posible el retorno de millones de votantes y recuperando la credibilidad de antaño, en un partido nacional que ama y defiende la patria por encima de todo. Y aquí está la diferencia entre los aventureros y cantamañanas que hoy pululan para confundir y secuestrar conciencias, cuya meta es destruir la unidad y grandeza de España para llevarnos su Paraiso comunista.
 Cuando los partidos políticos se alejan de sus principios ideológicos y fines identitarios. Ponen en peligro su propia existencia y la democracia representativa, sus desviaciones producen discordias y conflictos que solo terminan autodestruyéndolos. Lo dijo en su día Don Rómulo Betancort, cuando su partido, AD, ya estaba cavando su tumba conjuntamente con su homólogo, Copei, luego de años de concubinato, pero sin regenerarse. Aquí está el detalle, como decía Cantinflas.