Cartas al director

Nuestros emigrantes por el mundo y su abandono hoy

Quienes fuimos en busca de aquel progreso ilusionante que para entonces aquí no existía, muchos de nosotros nos fuimos inspirados en nuestra juventud y la fe cristiana de Jesús de Nazareno. Ello, conjuntamente con nuestro trabajo y valentía, fueron las herramientas que exhibimos y aportamos al mundo libre, entonces ya lo decía en su día Konrad Edenauer: ¿Dónde puede haber progreso sin fe, trabajo y respeto mutuo? Son estos los tres pilares que siguen hoy soportando a la sana y legal emigración que las arremetidas confusas de los vendedores de fantasías, con el dinero ajeno, tratan de confundirnos con este ensayo invasor, para alcanzar sus fines politiqueros. Intentan convertir la emigración legal y autorizada por el país receptor, en trampolín solidario para su ensayo maquiavélico, de esquivar responsabilidades para  el secuestro ideológico cuyo fin perseguido es infectar, asaltar y destruir a nuestra sociedad actual. Así pretenden camuflar a los violentos invasores, como emigrantes legales. La trastienda utilizada para ello,  no tiene desperdicio, juegan a la ruleta rusa con nuestros sentimientos, solidarios y humanos, utilizando inclusive ONGs de tapadillo que ponen al servicio de sus mafias, sin tomar en consideración las nefastas y traicioneras consecuencias que ello causara, a la convivencia, seguridad y el progreso en libertad de nuestro país.
Ningún gobierno de España se ha ocupado de ellos, ni siquiera Franco en su día, a pesar de que quienes emigraron en su época, ayudaron a aliviar en buena parte, las necesidades de entonces y fueron muchos los pueblos de toda España, que se beneficiaron y transformaron con sus remesas, pero el abandono de nuestros emigrantes en Cuba ayer. Y en Venezuela hoy solo confirman lo descrito el abandono manifiesto que hoy los acorrala. El que contrasta con esta vulgar utilización cínica y confusa que las izquierdas y los separatistas pretenden hacer hoy, con los invasores violentos, que disfrazan de emigrantes, para ayudar, proteger y avalar esta vulgar y violenta invasión de indocumentados, para utilizarlos en sus ensayos de secuestro y destrucción, de nuestra sociedad. Es una copia al carbón de lo por mí vivido, en Venezuela y cuyo resultado desastroso ya está hoy a la vista de todos.
Los convenios firmados con los países receptores de emigrantes españoles por el mundo ya son hoy papel mojado. Y solo se hacen efectivos cuando de por medio, esta una transnacional con puertas giratorias. Nuestros emigrantes no forman parte de ese selecto club, y sin mas excusas vamos al drama del momento, el que viven hoy en España casi siete mil retornados de Venezuela,  que huyeron de aquella barbarie que avalan algunos políticos de izquierdas aquí, entre ellos Zapatero y Pedro Sánchez. Ellos son jubilados del IVSS y ya tienen casi tres años, sin que Maduro les pague, son jubilados españoles, pero ningún político se auerda de ellos y menos Zapatero, que fingió de mediador del conflicto venezolano, el tiempo y su obsceno comportamiento lo convirtió en cómplice y cooperante de Maduro. Muchos de estos paisanos jubilados hoy se están muriendo de mengua, en su propia tierra y nadie los ayuda.
La denuncia pública de un compañero emigrante de Venezuela ayer, el Sr. Bernardo Quiñones Rodríguez, en un diario de Vigo, donde reside, es hoy el drama que viven y padecen casi 7.000 emigrantes retornados de Venezuela a los que ningún político  quiere ayudar a resolver, a pesar de hacer de las necesidades de los jubilados un motivo de protesta nacional. Pero con nuestros jubilados por el mundo juegan a la ruleta rusa, ya que unos son de primera y los otros nada, o poco importan. Es mucho más fácil hacer demagogia politiquera, utilizando su nombre para hacer politiquería de acopio, con los falsos emigrantes que son en realidad invasores violentos, sin patria. Los que utilizan descaradamente  esta jauría mediática que hoy gobierna España, con fines desestabilizadores para asaltar y romper nuestra patria.
Charles Chaplin lo decía: La vida es una obra de teatro que no permite ensayos maquiavélicos. Por eso canta, ríete, baila y vívela intensamente antes de que el telón baje y la obra termine... sin aplausos.