Cartas al director

La emigración ¿divino tesoro o juguete político?

Es la pregunta obligada y pertinente que hoy nos hacemos quienes venimos de sus entrañas y superamos etapas muy tristes y difíciles con nuestro sacrificio y trabajo bajo la legalidad y el control existente para vencer dudas, obstáculos y penurias, las mismas que hoy afloran y crean esta confusión interesada y dañina del fin justifica los medios. Es la pertinaz y perversa intención de quienes utilizan su nombre con fines perversos con lo que hoy ya está de moda, la perversión del lenguaje para meter en el mismo saco, a legales e invasores ilegales utilizando la ayuda de los sentimientos de solidaridad humana para confundir y destruir la convivencia y el progreso en libertad. Este es su señuelo o escudo protector para el engaño masivo, para inmediatamente abandonarlos en los pueblos y ciudades y que se busquen la vida en ese mundo irreal de la delincuencia organizada, la que ellos mismos están creando con sus complacencias y engaños para, a la vuelta de la esquina, reutilizarlos descaradamente para sus fines políticos y perversos. Quienes se opongan a sus deseos, son acusados de fachas, xenófobos o racistas.
Sus primeras víctimas, los emigrantes legales ya integrados en el país al tener que compartir por mandato de la mafias sus tropelías o desviaciones obligadas para sobrevivir en ese mundo irreal que ellos le ofrecen y venden en nombre de la solidaridad humana con retranca. Aquí nacen los primeros problemas para la sociedad al hacerles creer que todos los emigrantes son iguales obviando su legalidad y aporte social que confunden con la descomposición social que los ilegales provocan en el país y que choca frontalmente con las legislaciones europeas y está creando conflictos de convivencia y seguridad ciudadana. Este retroceso es para nuestra sociedad y debe ser corregido de forma inmediata o volveremos a sentir los efectos negativos del efecto llamada ya vividos en su día con Zapatero y su ministro estrella Caldera.
Viene a mi recuerdo aquellos tormentosos y debastadores sucesos vividos por los coletazos de aquellas avalanchas de indocumentados en Venezuela a finales de los ochenta y principios de los noventa, seis millones, su ilegalidad y la falta de identificación y control crearon un país pararelo protegido por algunos políticos de izquierdas que trastocaron sus entrañas afectando a lo más sensible de su sociedad, la familia, su seguridad y la integridad del país, a la que ya habían integrado de forma natural muchos emigrantes legales llegados los cincuenta y sesenta, las consecuencias falsas hacia su conjunto, sin distinción alguna, avivado todo ello por los intereses ocultos y mezquinos de una extrema izquierda sin patria y pudor. Esa es la generación que hoy ya está desgobernando aquel entrañable país.
Las ONG que pululan por el Mediterráneo aparentan buenas y loables intenciones, algunas otras son parapetos de conveniencia para ayudar descaradamente a las mafias que trafican con emigrantes invasores e irregulares, ellas no son más que simples organizaciones a su servicio para el camuflaje y distracción. A esto están contribuyendo un sin fin de cómplices políticos, mientras Europa y España en particular, siguen viviendo este acoso con visos de tragedia humanitaria y por ellos provocada, algo deberemos hacer para evitarlo, utilizando la sensatez y el sentido común que nos alumbre el verdadero camino sin los atajos de conveniencia que hoy ofrece este gobierno, que solo responde a sus intereses ideológicos y mezquinos, contrarios a lo que necesita hoy una sociedad moderna, unida y fuerte como la nuestra para enfrentar sus retos y amenazas.
Esta aptitud demagógica y fuera de lugar del nuevo gobierno de España coincide con la de muchos ayuntamientos por ellos gobernados, ofreciéndose para recibir parte de esos emigrantes irregulares que llegan en el Aquarius. Su gesto de solidaridad humana esconde la falsedad y pone al descubierto su cinismo ideológico cuando son los mismos que niegan o escuchan los lamentos desesperados de nuestros 7.000 emigrantes retornados de Venezuela que reviven hoy aquí las calamidades que su amigo Maduro les provocó. Ya van a cumplir tres años sin pagarles su pensión de jubilación y estos alcaldes no solo guardan silencio cómplice, se niegan a ayudarlos, se dan el lujo de homenajear en sus ayuntamientos a sus verdugos Fidel Castro, el Che Guevara y Maduro. ¿Alguien puede creerle que su aptitud sea un gesto humanitario? Tal vez sea una farsa más para distraer a su parroquia ideológica, su luz para fuera y tinieblas para nuestros retornados. Los delata, del rumbo y destino que pretenden...