Cartas al director

Reflexiones sobre nuestra patria común, España

Sé de antemano que hablar de patria, unidad y bandera es una prioridad en cualquier país del mundo, donde el respeto a sus símbolos patrios están por encima de las pasiones políticas, y además, es obligatorio en sus enseñanza educativa desde la infancia. Pero en realidad, y los vientos que hoy soplan en España, nos obligan a meditar y reflexionar sobre lo que está sucediendo en nuestra educación, donde una parte minoritaria de su población es alérgica y rechaza tanto a su bandera e himno como a la defensa de su integridad nacional. Y con ello, intentan destruir la nación., amparándose en la libertad de expresión y vivir en democracia. Como si ambas fueran un reducto de ilegalidades o guarida de malhechores que ignorando su Constitución y leyes pueden conspirar y amenazar abiertamente nuestra convivencia y progreso en libertad, utilizando su tolerancia para eludir a la vez sus exigencias incuestionables con el cumplimiento inequívoco de sus obligaciones y deberes, tanto de respeto como acatamiento a sus leyes y símbolos patrios como son su himno y bandera.
Los últimos sucesos de Barcelona y Zaragoza son un aviso a navegantes y demuestran el grado de conflictividad social que ello está hoy provocando, y nadie puede eludir responsabilidades. Busquémos las en quienes despreciando aquel entendimiento del 78, traicionaron a su propio partido, hicieron borrón y cuenta nueva para volver al pasado y revivir el Frente Popular de antaño. Fue José Luis Rodríguez Zapatero quien con su odio y resentimiento, traicionó a su propio partido para entregar los al populismo extremista. Su memoria "histérica", más que histórica, sirvió los fantasmas del pasado llegando al extremo de que todo partido de derechas sea catalogado por sus centrales mediáticas de fascistas, falangistas y franquistas, y debe ser eliminado. Así interpretan ellos la democracia y algunos hacen malabarismos de complicidad para acabar con ella. Las últimas y tristes declaraciones de Pedro Sánchez marcan el grado de extravío extremista en que cayó su PSOE, cuyo fantasma a desenterrar es Franco. Y mientras tanto, los extremistas radicales, anarquistas y okupas de todo pelaje, hacen comparsa con los separatistas y sus alcahuetes para asaltar España y su convivencia.
Quién no recuerda las reacciones y portadas mediáticas en los principales medios de comunicación de España cuando los atentados de Manhattan. Una de El País: "El mundo en vilo por la reacción de Bush". Con la victoria de Trump ayer, los lamentables atentados yihadistas de Barcelona y el horrendo crimen de Zaragoza hoy, ya tratan de hacer lo mismo y pasando página. Pero la realidad es tozuda y los retrata a todos juntos y revueltos para tratar de convertir al adversario político que exhibe la bandera de su España en enemigo a exterminar y así lo cumplieron en Zaragoza. Ello no es propio de una democracia consolidada, sí de una dictadura como la de Fidel Castro o Maduro, que masacran a sus ciudadanos en pleno siglo XXI y no pasa nada. Los criminales para ellos fueron Franco y Pinochet, exactamente los que liberaron a sus respectivos países de caer en las garras del comunismo, hoy intentan volver a repetir la historia, llenos de cinismo y traicionando a sus ciudadanos una vez más.
España hoy no tiene otro camino que revisar el comportamiento antidemocrático de algunos políticos y con ello su alcahuetería ante el fenómeno latente y peligroso de la emigración ilegal. El café para todos del Ministro Caldera, fracaso. Y sus efectos colaterales tienen mucho parecido al vivido en Venezuela, los ochenta que acabó con la convivencia y el progreso armónico. Quien esto afirma es un emigrante español que legalmente llegó a Venezuela para trabajar y desarrollarse al calor de su naciente democracia en 1958, y conoce muy de cerca cómo actúan las mafias y sus tentáculos invisibles para controlar sus negocios irregulares. Lo que está en juego aquí en España es la patria y ante ello no hay excusas posibles. Las alarmas ya saltaron con el Brexit, el Muro de Trump y los países que se niegan a franquear sus fronteras en Europa. Saben a lo que se exponen y toman medidas. Nadie puede llevar para su casa a quien no sabe comportarse en sociedad y mucho menos, si la capacidad de acogida distorsiona su entorno familiar, al no haber cama y cobijo para tanta gente.
Solo el cese de la impunidad y el castigo a los infractores le devolverá al ciudadano la confianza útil y necesaria para seguir creyendo en su democracia y las instituciones que la sustentan. D. Rómulo Betancourt, ex presidente de Venezuela.