Cartas al director

cuando la democracia cede al chantaje

Poco o nada queda de su esencia conciliadora bajo el  amparo de la Constitución y leyes. Y mucho menos, para hacer el papel de árbitro para abrir un diálogo sincero y razonable. Para neutralizar conflictos de los ciudadanos, esta fórmula ya fue mal utilizada por los dos grandes partidos que gobernaron España los últimos treinta y cinco años, y que solo le sirvió a todos ellos para ocultar la desidia hipócrita, la corrupción y el engaño masivo de su relativismo inmortal, mientras los ciudadanos solo percibían desilusiones y desesperanza de su diálogo de sordos, el que ellos torticeramente utilizaron, secuestrando la Constitución y leyes.
Ante esta disyuntiva que hoy nos presentan quienes pretenden, no solo romper España, y sobre la marcha crear el clima propicio para acabar con nuestro sistema democrático, están aprovechando la coyuntura que hoy vivimos para llevar a cabo sus pretensiones que luego, el órdago del 9-N, pretende seguir con su ambigüedad y seguir confundiendo a los ciudadanos, agazapados en el diálogo para tender puentes, no de encuentro, pero si de cobardía y complicidad, para seguir haciéndoles el juego a los enemigos de nuestra patria. Tropezar dos o mas veces en la misma piedra, solo conduce al suelo o barranco, la ingenuidad en política, es símbolo de traición camuflada. Tal vez aquí y sin más retraso el Gobierno y su partido, deben de dar un paso al frente y demostrar, con toda firmeza que sus actuaciones, ajustadas a la Constitución y leyes, están por encima de cualquier pasajera circunstancia, o asesoramiento traicionero para que siga la fiesta y aquí no pasa nada, sólo así, todos los españoles nos sentiremos amparados y protegidos por la ley.
Tal vez a este conflicto coyuntural de Cataluña se unen hoy otros de igual o mayor trascendencia para la convivencia armónica de nuestra sociedad. Todo ello y en gran parte lo crearon nuestros políticos, con sus irresponsabilidades, y ya no sirve aquel repetido "tú más, y ahora me toca a mi". Solo regenerándose públicamente y cada uno por su cuenta y riesgo, podríamos frenarlo, o naufragaremos todos juntos en el intento. Quizá y sin querer queriendo, contribuiría hoy a la neutralización de este cabreo generalizado que nos agobia actualmente, y que alguien trata de capitalizar con fórmulas y financiamiento dudoso y perverso, cuyo único fin perseguido es destruir nuestro sistema democrático y soberanista.
Esta perversa fórmula ya fue probada en Cuba ayer y en Venezuela hoy. Los dos resultados son nefastos y contradictorios para su economía y libertad democráticas, al convertir a estos pueblos en lacayos de una "robolución" comunista de miseria. Y es preciso lo que trata de trasladar Podemos y sus iluminados a España. Lo que asusta de verdad es observar la cantidad de cómplices anónimos jugando a la ruleta rusa, engañando y tratando de ocultar su pasado para manipular su presente, lleno de falsedades como "El cielo se asalta" no se gana por consenso y trabajo.
Decía Santayana: Los pueblos que olvidan su historia están condenados a tener que revivirla. Es cierto, pero el pasado a través del presente, puede convertirse en una enfermedad que nos nuble la mente y nos impida juzgar con ecuanimidad lo sucedido entonces. Tal vez sea esto lo que sucedió con nuestra historia tan manipulada.