Cartas al director

Chile ayer y Venezuela hoy

Dos países hermano y una isma tragedia propiciada por el extremismo comunista. Al primero, lo salvo Pinochet, devolviéndolo al camino democrático. Esto, lo esconden diariamente con alegatos pueriles, la misma extrema izquierda, al calificar a las dictaduras con lo políticamente correcto, si son de izquierdas, tolerables y amiga. si son de derechas, detestables y fascistas. Este mantra lo viene practicando y exhibiendo descaradamente con prácticas antidemocráticas y exhibiendo descaradamente, con prácticas antidemocráticas y exhibiendo como legado, los manuales que Allende impuso para la época y que hoy siguen ofreciéndonos, llenos de cinismo y mandato obligatorio de una Cuba promotora y depositaria de sus aberrantes pensamientos, cuyos charlatanes populistas con sus prédicas confusas y ramplonas del nuevo comunismo, ya convencieron al Papa Francisco, Obama y a buena parte de la UE, con su verborrea amable y destructiva. Con este bagaje, ramplón, populista e irresponsable, pretenden blanquear su pasado y ocultar su presente. Intentan confundir al mundo libre y democrático, cuya opulencia, mal administrada y peor custodiada, es hoy su caldo de cultivo, para sus experimentos destructores. la situación de secuestro, hambre y miseria que hoy embarga a Venezuela, los delata a todos ellos, sin distinción. Y es el mundo libre, quien debe reaccionar inmediatamente para sacudirse de este engaño masivo, rodeado de muchísimas complicidades obscenas.
Venezuela vive hoy lo que Chile vivió en los años setenta, y ésta, busca desesperadamente su liberación de las garras comunistas, manifestándose pacíficamente en las calles del país, recibiendo como respuesta una violencia desproporcionada y ruin que, en tres meses de protestas, tienen un balance violento y estremecedor. Ciento veinticinco muertes violentas, miles de heridos y otros tantos presos políticos que son sometidos a las violaciones de los derechos humanos más aberrantes que ya está denunciando hoy la ONU, y no pasa nada. Mientras tanto, el hambre y las necesidades más elementales, siguen destruyendo al país más rico del mundo, con la mirada perdida de muchos que fingen ser demócratas.
La diferencia entre los dos países estriba en que las FFAA lideradas por Augusto Pinochet lo tenían muy claro, par poner fin a la escalada comunista, para en un tiempo prudencial, devolver a Chile a las sendas democráticas. Lo que hoy es el país más prospero y democrático de América. También lo hizo Franco en España, preparando el terreno propicio para lo mismo y gracias a su trabajo , disfrutamos de nuestra democracia y sus logros. Pero, ambos, son denostados mañana tarde y noche, por una izquierda marxista llena de odio y resentimiento, para negar nuestra historia, e imponernos una asimétrica a su semejanza ideológica, ya fracasada, pero insisten en ello. Y llenos de cinismo antropológico, persiguen un fin: regresarnos al pasado, con el resurgimiento de un nuevo Frente Popular y cuyos socios indispensables son hoy, Podemos, los separatistas y Pedo Sánchez, con su plurinacionalidad, intentando repetir viejas y catastróficas complicidades que los llevaron antaño a la derrota en aquella guerra civil, que ellos provocaron y también fueron derrotados.
Tal vez Venezuela hoy esté buscando desesperadamente alguien dentro de sus FFAA, igual o parecido a Augusto Pinochet, Franco o W. Larrazabal. No será fácil el trabajo destructor lo hizo Chávez y los siguió profundizando Diosdado Cabello, su compañero de golpe fallido en el 92, y enlace directo, con los tenebrosos cuerpos de seguridad cubanos que ya tomaron por asalto a Venezuela. Este personaje es el mismo que hoy exige a la oposición para participar en los venideros comicios de gobernadores, un certificado de buena conducta democrática (apaga y vámono... Y tú, sigue ciego tu camino).
Lo decía Konrad Adenauer "¿Cómo puede haber progreso sin fe, trabajo y respeto mutuo?" Sin estos tres pilares, quienes soportarán las arremetidas de los vendedores de fantasías políticas, que hoy pretenden secuestrar consciencias y llevarnos a su huerto de miserias con el dinero ajeno.