Cartas al director

¿Casualidad?

Es muy corriente oír en todas las clases sociales ante algún acontecimiento desagradable, aquello de: “Estaba de ser”, “casualidad”, “suerte”, “fue una coincidencia”. Y normalmente nos conformamos con estos o parecidos calificativos, ante una imprevista desgracia. Como si hiciéramos la señal de la cruz y tan panchos. El mundo sigue  rodando.
Sorprendente detalle. Usted ahora piénselo como quiera, pero fue verídico. Ocurrió en mi casa, a meses después de publicarme Faro de Vigo, una de mis “cartas al Director” me fue presentada en casa, la señorita Lina, colombiana ella, con titulo de abogada de derecho internacional en su país, pendiente de homologarse en España. 
 Después del saludo de rigor, nos sentamos, haciendo diversos comentarios, donde no faltó por supuesto el político. -¿Que tal en ese hermano país? -Como quiere que le diga, que tenemos tantos sinvergüenzas como pueden tener acá ustedes. Por cierto me enteré como altos cargos de la  Banca en Vigo se habían repartido buenas pensiones. Y me iba explicando el contenido de la carta que yo envié en “Cartas al Director” que yo había escrito sobre este particular (me reservo nombres). Atajándole, le pregunto ¿donde leyó  esa carta? -Allá en Colombia, en el Faro de Vigo. -Yo la escribí. -Ya ve, yo vengo desde mi Colombia, para contarle el contenido de su carta, allá diríamos que es un milagro. Sí, extraño caso, al que le daré muchas vueltas para poder  asimilarlo.