Cartas al director

el rapto de la moral

n  n  n Vivimos en un mundo huérfano de genuinos valores morales que transcienden la mera retórica  de las palabras, y a la bancarrota de la fe parece haberle sucedido la del racionalismo ilustrado. Los grandes movimientos políticos que encierran líneas de pensamientos globales, como el liberalismo o al socialismo democrático, no pueden superar precisamente la desaparición de la transcendencia, contra la que en sus principios lucharon. Ver la fe resquebrajada, la esperanza secularizada y la caridad hecha jirontes, debería llevar de gozo al racionalista imbuido de progresismo tradicional, pero las sublimes conquistas prometidas para después no aparecen por parte alguna. Bajo el pretexto de la seguridad se invade nuestra intimidad; por la solidaridad, el fisco se hace cada vez más vorz; por la defensa, se nos impone la carrera de armamentos, y la economía aconseja a veces de malos modos limitar la familia. Los ciudadanos se vuelven hacia sí  avisamos ante tanta contradicción y sólo defienden sus intereses personales o los de sus gremios, y al oscurantismo de ayer ha sucedido la eficaz y competente necesidad técnica de nuestros días.