Cartas al director

"coincidentes laborales"

 Mi bueno amigo Manuel –que no Manolo- empleaba hasta su jubilación una expresión muy precisa para definir las relaciones profesionales dentro de la empresa: “coincidentes laborales”.
Cuando lo oí por primera vez, reconozco, me hizo gracia, si bien con el paso del tiempo ha venido a reafirmar el sentido literal de ambas palabras.
La segunda acepción que recoge la RAE para empresa es una “Unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o deprestación de servicios con fines 
lucrativos”.
Que quedo con “unidad” y nuevamente veo en la RA se define como: “Propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere”.
Por tanto podríamos definir que sin unión (división) no puede haber empresa. 
Vuelvo a Manuel. Tras muchos años en la misma actividad afirmaba que cuanto mayor era el centro de trabajo dentro de la misma empresa, menor era la unidad. Yo con menos experiencia que el he podido constatar lo mismo a través de los variados destinos profesionales que he tenido. 
Esto me lleva a pensar si la falta de “unidad” viene determinada por los individuos o por la propia empresa.
En el mundo animal tenemos ejemplos de que el empeño común es fundamento del éxito final. Un panal o un hormiguero ilustran lo indicado. En ambos casos cada “individuo” tiene una tarea encaminada a un fin. En ambas especies – es sencillo de observar en las hormigas- existe una comunicación –no verbal- que facilita la actividad.
Vuelvo al tamaño. Los últimos destinos me han llevado a centros de trabajo cada vez mayores en los que pasa lo que vemos ocurre en las grandes urbes, no nos conocemos y lo que es peor no nos hablamos. Es significativo coincidir en el ascensor o un pasillo con un grupo de personas a las que les sorprende que alguien les salude de forma cordial y se despida de igual manera.
Es comprensible que las tareas profesionales nos distraigan de normas tan elementales, pero ello puede ser el principio de la división que imposibilita hacer empresa y que concluye en lo que tan bien define Manuel: somos coincidentes laborales; no compañeros de trabajo.