Cartas al director

La mitad de todo

 Pero vamos a ver, jamás los hombres seremos igual a las mujeres ni viceversa; cada uno con sus maravillosos defectos y virtudes componemos un 100% de la felicidad perseguida. ¿A qué viene reivindicar un feminismo total?, las capacidades de las mujeres superan a las de los hombres en muchos aspectos, pero al revés también. Volvemos a ese 50% de equilibrio que debemos de buscar. Si tradicionalmente los hombres se han arrogado capacidades y virtudes que no les corresponden, es justo que se devuelvan inmediatamente a sus propietarias naturales, que el movimiento “feminista” no cometa este mismo error ahora que se intenta corregir el problema. Pero insisto, nada es al 100%. 
Ciertamente creo que la juventud actual camina por buen camino, conozco, conocemos muchos jóvenes que hacen y se responsabilizan de idénticas tareas en su vida diaria, lo que parece es lógico y natural. Otra cosa es la competencia laboral, no obliguemos a nadie a tener o disponer de plantillas al 50% es un absurdo, es una forma de desmerecer la capacitación profesional de la persona, flaco favor haríamos al supuesto género favorecido. 
Este mantra supuestamente progresista es en sí un mantra retrógrado, autoritario y el que manejan las fuerzas políticas (partidos y sindicatos) para “abducirnos” a todos. No nos dejemos manejar por el interés de estos últimos, que no nos usen para sus abusos, votos y estadísticas, que no tergiversen la reconocida ya por todos minusvaloración de las mujeres y hagamos valer con todas nuestras fuerzas los valores reales de cada persona. Que de este problema no vivan y se alimenten los supuestos defensores de este problema, esos que todos conocemos en nuestras ciudades que hoy pelean por esto y mañana por aquello, siempre buscando sus propios intereses. 
Menos hipocresía, más trabajo, más implicación en el día a día; estamos totalmente de acuerdo “el hombre (como género) no puede ser la medida de todas las cosas”, tal como comentaba Sau, ni mucho menos, un hombre no lo es si no hay una mujer y al revés. Cambiemos el concepto y luchemos para conseguir el equilibrio de la convivencia y por el valor de la persona en sí, no por su género, todo lo demás es pura filigrana retórica y además da votos.