Cartas al director

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Curioso recipiente, ese que olvida, que entre penumbras esconde las vergüenzas del pasado, que enrojece con el símil de un recuerdo, y universaliza lo que ya otros, han olvidado.
Curioso recipiente, la memoria, que lleva al olvido de lo incierto, que ante el horror dibuja nieblas secas, para negar la agonía de los muertos.
Curioso recipiente, la memoria, que anhela un pasado de hambre y cólera, de peste, de fiebre, de muerte, de angustia, negando y ensalzando aquellas horas… Curioso recipiente el que se niega a vivir con la culpa de un recuerdo, y olvida, y crece, y se envenena, con la angustia de un futuro, oscuro y muerto.
Con 15 años, Ernesto Sábato, me obligó a pensar en algo ciertamente contradictorio que en su momento no llegué a comprender. A día de hoy, tres años después, sigo sin entender, porqué el ser humano olvida con tanta facilidad el horror. Y afirma, con cierto grado de exactitud coloquial, la mítica frase “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Es admirable, la facilidad con la que evitamos recordar todo aquello que nos provoca dolor y vergüenza.  El de 90, olvidó el horror de una guerra, y recuerda con nostalgia, lo mejor de su frágil y ajetreada vida, para construir para sus hijos un mundo mejor. El de 70, debate entre cartas, cañas y rosas, la agonía de esos mágicos años 80, y lo que aportaron a esa España de transición. 
Franco se pasea por el Congreso, reviviendo contradictorias opiniones de su odiada y anhelada dictadura. El de 50 pelea por no engordar las listas del Inem. El de 30, busca escapar de las listas del Inem. El de 18… intenta demostrar, que cualquier tiempo pasado fue peor, aunque en el fondo, sabe que el tiempo sólo lo recuerdan, las agujas de un reloj… Tic, tac.