Cartas al director

Puesta mirando pa cuenca

 “No es lo mismo estar jodido, que estar jodiendo” (Camilo José Cela)
Mami, ya sé lo que quiere el negro. Desea a España puesta mirando pa Cuenca. A pelo y sin vaselina. El mandingo la seduce con su TTIP (Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión). Los políticos proxenetas lo están examinando a puerta cerrada. Es un asunto de alcoba. Aunque miembros de PP, PSOE, UPyD y CIU comienzan a manifestar que es un asunto cojonudo para España, ya que están dispuestos a validarlo en el Congreso de los Diputados. Ciertamente es un tema de cojones. Uno los ponen y otros los reciben. Los ponen las multinacionales. En síntesis, se trata de barra libre para las mismas. La inversión allende fronteras, sin cortapisas proteccionistas de cualquier índole, desregulando normativas estatales que atenten contra la misma. En el plano fiscal, laboral, medio-ambiental, y judicial. Perder el único retall de soberanía nacional, que nos quedaba tras nuestro ingreso en Europa. 
El colmo de tal fornicio es la instauración de tribunales de arbitraje (ISDS), para salvaguarda de las empresas (la cláusula de precaución) fuera de cualquier jurisdicción estatal o europea. Un ente privado que podría requerir a un estado miembro del tratado indemnizaciones millonarias ante las legislaciones nacionales que atenten contra sus intereses. De ello ya da cuenta el ejemplo en América del Norte del NAFTA (Acuerdo Comercial y de Inversión) entre EEUU y Canadá, esta ultima abocada a innumerables litigios con varias multinacionales. Acuerdo al que se adhirió México, oyendo cantos de sirenas, con escandalosa bajada de salarios y de su PIB en los años de adhesión. La misma moto que nos quieren vender a nosotros.
Emily O’Reilly, la Defensora del Pueblo Europeo, ha instado la creación de una comisión de investigación parlamentaria para conocer en profundidad las negociaciones tan oscurantistas que se están llevando a cabo entre Europa y EEUU, desde hace 25 años. Yo, cuasi-analfabeto en política de altos vuelos, la cuestión se me antoja como un relato erótico, atribuido al Conde de Pozuelo, sobre un abad de Cuenca. Como también a la lectura de las andanzas amorosas del Felipe I el Hermoso. Todos ellos sujetos activos que ponían a las mozas mirando pa Cuenca.