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Un vigués lleva 10 años tratando de reformar el monasterio de Oia

Juan Martínez, de la firma viguesa Kaleido, en Oia en 2007.
photo_camera Juan Martínez, de la firma viguesa Kaleido, en Oia en 2007.

Juan Martínez, de la empresa Kaleido, antes Vasco Gallega, adquirió el cenobio en 2004 con la intención de convertirlo en albergue. "Hay peligro, urge la restauración"

En noviembre de 2004 la empresa que presidía Juan Martínez era Vasco Gallega de Consignaciones, una de las  más importantes de las que operan en el puerto. Fue entonces cuando adquirió por 2,4 millones el monasterio de Oia, que pertenecía al Banco Pastor, y que había renunciado a su reforma al deshacerse del negocio de los hoteles. En 2014 la empresa de Martínez tiene otro nombre, Kaleido Ideas & Logistics, pero el monasterio sigue igual que hace una década. O peor, porque el edificio, cuajado de historia, no ha hecho más que . "La restauración urge", advertía ayer. A día de hoy, el histórico monasterio de Oia, declarado monumento Histórico y Artístico, continúa siendo intocable en sentido estricto. Y no se le podrá mover una piedra hasta que concluya una tramitación que se ha hecho eterna y que apenas ha avanzado en todo este tiempo. 
El Concello de Santa María de Oia redactó una figura urbanística específica para el entorno, una unidad de actuación, pero todavía no está aprobada y una enfermedad de la aparejadora municipal ha vuelto a dilatar el proceso. Una vez haya luz verde, se habrá dado al menos el primer paso con una ordenación que define servicios y vías y que permitirá llevar agua y luz a la zona y desarrollar con seguridad jurídica las propuestas de la propietaria del monasterio. No obstante, queda mucho terreno por delante. Para empezar, la propia norma del ayuntamiento de Santa María tendrá que ser refrendada por todos los organismos supramunicipales que puedan resultar interesados. Al menos tres: Patrimonio de la Consellería de Cultura de Galicia, el Servicio de Costas y la Consellería de Medio Ambiente. Los tres tendrán que emitir informes, lo que con seguridad volverá dilatar durante meses o años el proceso. Esa es la realidad que Juan Martínez conoce y asume, aunque recuerda que el monasterio no puede esperar indefinidamente y que urge una rehabilitación de su estructura. En el pasado ya se ejecutó una operación de urgencia ante la posibilidad real del desplome de la torre principal.
Juan Martínez recordaba ayer que el problema no es sólo lo que queda por recorrer antes de iniciar las obras, sino el peligro de que haya nuevos cambios normativos, como ya ha pasado. "En cualquier momento se cambia la ley y nos obligan a nuevas exigencias, eso puede pasar", explicaba ayer a este diario. De momento al menos la firma viguesa no se planteado la venta del monasterio y abandonar su proyecto, que sería el enésimo fracaso. En los años de la Guerra Civil se utilizó como prisión militar y llegó a albergar alrededor de unos 3.300 presos (en su mayoría catalanes, valencianos y mallorquines).  Después fue devuelto a su antiguo dueño Bernardo Alonso, que en los años 40 lo vende a Monseñor Gabriel Bouso Arias. En 1973 lo adquiere José González Troncoso. En los 90 pasa al Grupo Massaveu traspasándolo en 2000 al Banco Pastor para un proyecto hotelero que no ejecuta. n

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