Los viajeros acogían ayer con indignación las alternativas de las navieras de viajar a Ons, Cangas o por la Ría
“Esto es una vergüenza, ayer pasó y sigue pasando, alguien debería pararlo ya”, exclamaba una mujer frente a la taquilla de Mar de Ons. Ella y su familia son de Huelva y están pasando las vacaciones en Vilagarcía de Arousa. Después de haber adquirido los billetes el pasado 3 de julio ayer madrugaron para poder visitar las Cíes pero no pudieron hacerlo. “Nos han dado la opción de ir a Ons, pero no sabemos qué hacer, ni tenemos idea de cómo es esa isla”, explicaban.
Junto a ellos una hilera de personas en la misma situación pedían la hoja de reclamaciones, “queremos que nos devuelvan el dinero y que nos indemnicen por los gastos derivados de venir hasta aquí y perder todo un día de vacaciones”, se lamentaba otra pareja.
El mayor follón se centraba alrededor de Mar de Ons, tanto en las taquillas del interior de la estación como en las de Montero Ríos, con colas interminables. Las empleadas tuvieron que dar la cara frente a una situación compleja que llevó a más de una a sufrir ataques de nervios por el estado de indignación de los usuarios. “Ellas no tienen la culpa pero tampoco hay ningún responsable que nos explique la situación”, comentaba un joven de Barcelona.
A algunos, los menos, les habían comunicado el día anterior la anulación de sus barcos y les pedían que acudiesen a las taquillas para cambiar la fecha o recuperar el dinero. “Cuando hemos llegado y hemos visto el follón, no nos lo creíamos”, aseguraba otro joven que se trasladó a Vigo desde Ferrol únicamente para visitar el parque.
Las restricciones en los viajes continuarán si se sobrepasa el cupo estipulado de visitantes y que está fijado legalmente. El Parque Nacional tiene por ley restringido el número de visitantes para preservar el patrimonio ecológico y natural del mismo, con 2.200 turistas y 800 campistas al día.
El temor se centraba ayer en Ons, también con las visitas restringidas, al formar parte del Parque Illas Atlánticas, ya que parte de los turistas decidieron aceptar ese viaje, a pesar de que “te imponen el horario de salida y de llegada”, aseguraba una de las afectadas.
“Es una lástima que pasen estas cosas, a mí ya no me quedan ganas de volver”, concluía.n
