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El tiempo parece que no pasa para Les Luthiers

Les Luthiers, ayer al inicio de su espectáculo "Viejos hazmerreíres" en el Auditorio.
photo_camera Les Luthiers, ayer al inicio de su espectáculo "Viejos hazmerreíres" en el Auditorio.

Lleno en el Auditorio de Beiramar en la primera de las tres sesiones de la antología "Viejos hazmerreíres"

nnn "Viejos hazmerreíres", la antología de algunos de los mejores momentos de Les Luthiers, comenzó con once minutos de retraso ante un aforo prácticamente lleno (quedan pocas entradas para las dos sesiones siguientes). Salieron los seis, con su habitual esmoquin, a saludar. Luego quedaron sobre la escena sólo dos de los fundadores, el eterno locutor Marcos Mundstock, narrador de todo lo que ocurre, y Jorge Maronna, otro histórico.
Comenzaron con el número de Radio Tertulia, tras un diálogo lleno de guiños y dobles sentidos, y volvieron a unirse en escenario para cantar la primera zarzuela. Imitando voces y gestos de mujeres y todo tipo de personajes arrancaron constantes risas del público. Los años -ya muchos- parece que no pasan por ellos y siguen en su línea en todo, desde el decorado inexistente hasta sus famosos esmoquin marca de la casa. Todo es conocido, y no por ello defrauda: nunca se dirigen al público, pero lanzan pequeñas adaptaciones de sus textos, (por ejemplo con las centollas en lugar de carpas) y claramente logran el resultado. Ayer, el público entregado desde el primer minuto, aplaudió y rió constantemente los skets y la música, siempre presente, aunque sea una pieza ya conocida y que ya han representado mil veces. No importa. Son Les Letuhiers, los únicos músicos del mundo capaces de hacer sonar una cisternas y un calentador y encima muy bien. 
Radio Tertulia es una obra larga y llena de cambios, con mezcla de música clásica con andina e influencias medievales. Hay de todo y todo suena perfecto. El Auditorio de Beiramar también respondió y todos felices. n

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