DERRUMBE EN AS AVENIDAS

Testigos de caos e indiferencia

El ambiente que se respiraba era de gran preocupación por una tragedia que pudo ser aún mayor.
photo_camera El ambiente que se respiraba era de gran preocupación por una tragedia que pudo ser aún mayor.

El derrumbamiento truncó lo que para miles iba a ser una simple noche de fiesta

n n n Llegábamos tarde, como siempre. El concierto empezaba a las 23:55, y yo iba a ir con mis hermanos de 15 años. Al fin y al cabo, después de toda la polémica en torno a la actuación de uno de los mayores nombres de la música urbana estatal como es Rels B, se avecinaba un concierto masivo que no nos queríamos perder. Pero mis hermanos, aún menos adeptos que yo a la buena costumbre de la puntualidad, aún no habían llegado a casa porque seguían por ahí con sus amigos. A la hora a la que ya deberíamos haber estado allí, me llamaron para decirme que fuese sin ellos, que ya nos veríamos. Y por una vez, tengo que dar gracias a la falta de previsión.
Cuando ya estaba de camino, empezó el caos por whatsapp, que suele ser incluso mayor que el que se produce en la realidad, aún cuando parece imposible que así sea. Primero fue mi hermano, que sin mucha precisión dijo por el grupo familiar que “se ha caído gente al agua durante el concierto”. Alguien iría pasado de rosca, nada raro, pensé, y le pregunté a una de las amigas con la que había quedado que donde nos veíamos. Ignoraba que ella se encontraba a metro y medio del paseo de tablones cuando, mientras Rels B interpretaba su segundo tema, Re-Member, “se oyó un ruido enorme y se levantó un montón de polvo, nadie sabía lo que estaba pasando pero de repente hubo gente que se había desvanecido”. Entonces pasaron a mi lado las ambulancias, llegaron más mensajes, y me dí cuenta de que lo sucedido era poca broma. 
Al llegar a Montero Ríos, la imagen era definitivamente dantesca. Grandes masas de gente, iban y venían. Unas, seguían la fiesta; otras, lloraban desconsoladas o llevaban en volandas a personas heridas. Incluso hubo quien acudió movido por la curiosidad de presenciar el suceso, con el riesgo que ello implica para la operatividad de los dispositivos de seguridad y salvamento. Mientras me cercioraba de que todos mis allegados estaban sanos y salvos, como por suerte así acabó siendo, la inevitable confusión  veía entrar en escena a sus más poderosos aliados, los bulos. Aviso de bomba, se oía por un lado, varias personas muertas, se oía por otro. También circulaban ya los testimonios, estos verídicos, de gente cuyo primer impulso fue el de grabar o fotografiar los hechos, lo cual es una suerte a la hora de indagar sobre el suceso pero no deja de sorprender como reacción primaria ante un derrumbamiento que dejó cientos de heridos. Las redes sociales, al fin y al cabo, fueron un medio de transmisión como cualquier otro de lo que por momentos parecía haberse convertido en un espectáculo indiferente.
La lista de personas aún sin localizar cambiaba constantemente, ya que no había cobertura y muchos perdieron el móvil. Suspiré de alivio cuando los megáfonos dejaron de mencionar el nombre de uno de los amigos de mis hermanos. La cifra de heridos no paraba de aumentar, aún más teniendo en cuenta una cara frecuentemente olvidada de estos casos: las crisis de ansiedad y las personas necesitadas de atención psicológica en general también se contaban por los cientos. En un momento dado, Abel Caballero declaraba ante los medios que 5 de los heridos estaban en estado grave. Mientras, la gente empezaba a hacer memoria y supimos algo que desde luego no era un bulo: que se lleva avisando años del mal estado del paseo de As Avenidas, pero a nadie le pareció mala idea celebrar en ella conciertos masivos donde gente jovencísima, saltaría sobre tablones de madera en condiciones peligrosas. Me fui a casa sin saber bien si hay razones para confíar en que los que presiden las instituciones municipales y gallegas no conviertan la investigación en un circo echando balones fuera y pasándose unos a otros toda la culpa, porque fue evidente que hubo culpa. 

El artista que pudo ser protagonista del incidente

Entre las primeras declaraciones  públicas de apoyo a los afectados estuvieron las de Yung Beef ("Lo siento muchísimo por lo que paso en marisquinho yo precisamente es lo ke me da miedo no kiero ke pasen kosas así mucho apoyo"), el artista que  pudo haber cantado en lugar de Rels B. El festival canceló polémicamente su actuación a raíz de un incidente con un fan en el Atlantic Fest, razón por la cual el cantante de trap decidió organizar un concierto paralelo en señal de protesta. Finalmente sus intenciones solo se cumplieron a medias,  ya que actuó en Cangas unas horas antes, siendo posible asistir a ambos. Estuvo acompañado de otros artistas urbanos que cancelaron su actuación en el festival en solidaridad con él, Bea Pelea y MC Buseta, así como de otros como Goa o Hakim, vinculados al sello La Vendición. El concierto fue una demostración tan caótica como perfecta  de la cara más cruda del trap. Como es frecuente en este estilo, los DJ pincharon los temas con voz incluída, mientras los vocalistas (que se refirieron constantemente a Cangas como "Vigo") se dedicaban a arengar al público. No es playback, ya que no hay pretensión alguna de disimular: eran diez personas en un escenario minúsculo montando fiesta, y los asistentes se entregaron enloquecidos, mientras los artistas iban y venían en un set list caótico. Yung Beef así lo reivindicó: "Esto es lo real, esto es la calle", proclamó  ante la ovación del público. También dejó un recado a Abel Caballero, que declaró que su cancelación se debía a sus letras machistas: "hay hijos de puta machistas, pero la música no es machista". La DJ Brat Star y la reggaetonera Bea Pelea le respaldaron, reivindicando que la música urbana también es de las mujeres: "Ahora nosotras somos la gasolina", cantó esta última. Sin embargo, al saber del accidente,  supieron  enterrar el hacha de guerra, gesto que fue agradecido en Twitter.

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