FERNANDO GIL VILLA Ponente en el curso de verano de Oncología en Talaso Atlántico

“Superada la hambruna, nos creemos inmortales, pero el cáncer nos devuelve a la realidad”

Fernando Gil, ayer, con la Ría de fondo, momentos antes de su intervención.
photo_camera Fernando Gil, ayer, con la Ría de fondo, momentos antes de su intervención.

El sociólogo zaragozano Fernando Gil Villa participó ayer en el curso de verano de Oncología, organizado por la Universidade de Santiago y el Talaso Atlántico en su sede de Oia.

Escritor y catedrático de la Universidad de Salamanca desde 1991, Gil abordó la dimensión del cáncer más allá de un problema de salud. Una intervención que, tal y como explicó para los lectores de este medio, se basa en dos de sus publicaciones, “La cara social del cáncer” y “Estar bien. Una reflexión desde la Sociología”.

¿Las otras facetas del cáncer que acompañan a la enfermedad se tienen en cuenta?
Son la cara oculta del cáncer, que siempre es algo más que un problema de salud. Con esta charla abro la reflexión sobre el mito y las falsedades que circulan sobre el cáncer, pero también sobre las desigualdades sociales y como afectan a la hora de enfrentar la dolencia. Todo ello influye para reducir o incrementar parte del sufrimiento al enfermo.


Con atención sanitaria universal, ¿afecta la procedencia social?
A diferencia de lo que se cree, el cáncer no se reparte de forma aleatoria, no toca por casualidad. Los malos hábitos afectan y los daños colaterales no son aleatorios. No es igual tener cáncer en Andalucía que en Galicia o en el País Vasco. Sufre el doble una persona afectada por la pobreza energética. No es igual para los que consumen quinoa que para los que prefieren bebidas azucaradas. Incluso llega a ser una cuestión de género, ya que es la mujer la que se sacrifica para cuidar al enfermo. Por otra parte, el país de origen también influye, en California o en Cataluña se puede hacer uso paliativo de cannabis, pero en Galicia o en Aragón, no, porque no estamos acostumbrados a la cultura del placer, todo lo contrario, estamos educados en el sacrificio.


¿Y que relación hay entre el término cáncer y la idea de la muerte?
Evitar esa relación es uno de los mitos que rodean al cáncer. Porcentualmente no es así, ya que más del 50% de los enfermos se curan, pero hay una parte moral que evita esa vínculo por el miedo que se tiene a la muerte y al hecho de tener miedo. Superadas las hambrunas y la peste, nos creemos inmortales, pero el cáncer nos devuelve a la realidad. Faltan protocolos para abordar la pérdida por ejemplo de un padre en un niño pequeño.


¿Y qué papel jugó en este proceso la secularización de la sociedad?
Todas las religiones plantean un relación con la muerte más sencilla. La resaca de la fuerte cristianización nos aleja de un convivencia sana con la muerte.


¿De dónde salen ideas cómo el contagio del cáncer?
Es lo que denominamos la oscura lógica del contagio. Todo el mundo sabe que no es cierto, pero hay quien actúa como si lo fuese. Muchos pacientes afirman haberse sentido como si tuviesen la lepra. Un referente en Sociología, Thomas, dice que algo es real si tiene consecuencias reales, no si está físicamente. Se sigue necesitando mucha pedagogía social.


¿Se ha avanzado en el tratamiento social de la enfermedad?
Siempre hay avances. Este curso lo es, con un enfoque integrativo y multidisciplinar. La medicina no se reduce a moléculas y al laboratorio, es una ciencia humana y cada vez se va exigiendo más en este campo.

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